En el campo de batalla de la vista, unos objetos acampan bajo el ojo benévolo de la uva. Alrededor de los montículos, el viento ha amontonado unos instrumentos heterogéneos reservados para el uso lunático de cualquier dueño del destierro. Es extraño como todo proviene de la tierra, con la inquebrantable naturalidad de nuestros recuerdos familiares. La infancia también tiene allí su precio, pero es una infancia completamente conducida por un camino musical, sobre las cuerdas negruzcas de una radiografía universal. Diríase el fondo del mar : nada lo distingue de lo que la memoria ha conservado en la estratografía de su sal donde el neón irradia mágicas reverencias. Los bordes de los vestidos de las jovencitas arden, sobre las montañas cenicientas, los minaretes andan con pies encadenados, las lianas de hierro blanco cortan los hermosos frutos de los condenados, las cabeza de aire, este aire saltarín, aire de ciervo adobado, aire cristalizado, aire compacto y pesado que nos lleva a un horizonte de cíclope y los barcos al lado que conocemos bien por haber alcanzado el ojo de Fenicia, aquél que siempre reconoce el buen puerto a través de los turbantes de las tempestades y las virginales crueldades de los crustáceos, aire que se bebe vaporoso y gaseoso, aire en la grupa del leoncillo, con las sandalias ligeras de las salamandras, aire del aplauso nocturno y matemático, aire viejo como la piel de las montañas, aire repleto de gaitas salvajes de las que se engulle el exceso de sonrisas y cuyo ruido de estameña en la raíz del lago adopta la forma de los dientes de regreso, aire de los candelabros, el de los enfermeros, aire grave y barrigudo del disparate, aire del desierto donde tuvo lugar el último servicio, habiendo apagado el jefe la cocina mientras el fuego de las cacerolas guiña un supuesto ojo, descubierta la broma, el aire que se da para que algo suceda, aire con sombrero de paja, aire con grandes bigotes de escorias, aire triple-seco, machacado, de farándulas, con impermeable, aire calvo, aire manicurado, enfangado, calzado, golpeado y mimado, aire eterno igual que cristal de masturbación, con el morro de hielo, con los colores extraviados, con las vocales en zigzag, y los peces rojos de vino blanco, peces de velas desplegadas, aire de luto y pantano, anecdótico y goloso, aire delicado, aire de vía de garaje, limpio como un revólver, vacío, rosa y militar, todo esto y muchos otros, maravillosamente, abiertamente, generosamente ofrecidos para gloria del hombre tal como se desea en su profunda y viva inocencia.