(Este breve artículo forma parte del ensayo en preparación Tzara y sus circunstancias, que investiga el amplísimo acervo cultural del autor, para ayudar a un mejor conocimiento de sus obras)
Mallarmé tituló la obra que abriría de par en par las esclusas a la experimentación poética Una tirada de dados nunca abolirá el azar. Contra la lógica, el orden y la normatividad científica, Dada levanta dos armas fundamentales que lo caracterizan y dotan de un poderío destructivo descomunal : el humor y el azar. Duchamp consideraba el azar como un muy importante componente del proceso creativo, El caos, forma máxima de azar, imperaba antes de existir el mundo y aun hoy no ha habido grandes cambios, la propia naturaleza es salvaje y caótica y el ser humano veleidoso e impredecible. Tomemos, pues, tanto desorden con alegría y humor y comprendamos el amor como la más caótica forma de azar o, viceversa, el azar como la más salvaje expresión del amor. Prácticamente todos los artistas dadaistas experimentaron a partir del azar.
Pero el azar de Tzara (parece un trabalenguas) difiere del concepto de Breton del “azar objetivo”, quien en El amor fuera de sí, en un intento de conciliar Einstein y Freud, lo definía como “Manifestación de la necesidad de exteriorizarse que se abre camino desde el inconsciente humano”. Mientras para el surrealista se trata de una serie de causas coincidentes, para el dada son contigencias inherentes en el devenir diario, es decir, todo lo existente es producto del azar incluso el presunto orden.
Similar diferencia se da en lo referente a la idea de humor, el que Breton llama también humor objetivo, posteriormente negro, es un concepto dialéctico derivado de Hegel, que lo concibe como un proceso de liberación ante el absurdo de la existencia, la síntesis del azar y lo objetivo frente al que Tzara argumenta lo contrario es la antítesis, el humor es el poder humano de negación del objeto que le domina y acaba por destruir. El humor forma parte del conocimiento y no tiene relación con lo cómico ni con la risa.
La leyenda en torno al descubrimiento de la palabra dada, que se atribuyen tres padres, Huelsenbeck, Ball y Tzara, que relata cómo dejando deslizar un abrecartas entre las páginas de un diccionario Larousse, éste se abrió en esa concreta página, es un rasgo de ese humor, acrecentado por sus traducciones y otras versiones, como el apodo creado por los camareros del bar La Terrasse de Zúrich al grupo de clientes, exiliados rusos y rumanos, que repetían sin cesar da da (si, si).
Marcel Duchamp compuso Erratum musical extrayendo notas al azar de un sombrero, truco que Tzara repite en el fragmento VIII de Dada manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo. La fórmula, universalmente reconocida, que el propio Tzara ejemplifica por única vez, es todo un ejercicio de humor y absurdo ….
“Para hacer un poema dadaista
Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente
en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y será usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad encantadora, aunque incomprendida del vulgo.”
Como magnífico resumen de lo expuesto, añadir que el alsaciano Arp, artista plástico experto del collage y gran poeta, escribe en su obra Dias deshojados “el humor / es el agua del más allá / mezclada con el vino de aquí abajo”.