El principio ético que debe imponerse una investigación, para intentar alcanzar un mínimo grado de objetividad, es buscar las fuentes de los hechos y, caso de lograrlo analizarlas fríamente.
A lo largo de más de treinta años he perseverado en esta idea aplicada a la injusta e increíble marginación a la que fue sometido Tristan Tzara y a la casi invisibilidad de su obra, además de analizar el controvertido asunto de la sucesión o secesión entre Dada y Surrealismo, con los enfrentamientos consabidos entre Tzara y Breton, y he intentado desenmascarar la historia oficial, lo que me ha llevado a ser defenestrado por universidades, expulsado de grupos surrealistas y ninguneado por la industria editorial. Las razones convincentes y los innumerables datos argumentando lo que aquí resumo están registrados en esta página web, apartados de biografías y miscelánea (Correspondencia II).
El motivo de estas breves líneas es demostrar la importancia silenciosa de Dada frente al estruendo vacuo del Surrealismo. Fiel heredero del Futurismo y del Constructivismo en sus aspectos formales, a partir de las palabras en libertad y de los diseños de El Lizisky, Dada dio otra vuelta de tuerca al Simbolismo y al Cubismo, movimientos considerados clásicos y academicistas, culminando así el proceso revolucionario iniciado por el Romanticismo, en cuanto liberación del individuo y del arte, y dando lugar a una volcánica erupción, cuya lava mensajera, surgida de tres bocas al unísono, Suiza, Alemania y Nueva York, cubrió con su fértil mensaje el territorio de media humanidad.
Mientras el ígneo poder de rebeldía del movimiento Dada iba siendo apagado por causas intrínsecas o ajenas, surgía otra llamarada con objetivos parecidos pero métodos diferentes, una nueva escuela en todos los sentidos, el Surrealismo, que inauguraba un imperio que dominaría toda la primera mitad del siglo XX.
Es curioso como renegaron los surrealistas de su época Dada, es sorprendente como una agitación multidisciplinar de las artes de tal calibre y futura trascendencia, se tradujo como mera algarada de jóvenes ociosos, y etiquetada de nihilista, es increíble como la libertad absoluta preconizada hasta la extenuación por Dada sucumbió ante el pragmatismo doctrinal del Surrealismo.
Llega a ser preocupante la terquedad histórica empecinada en ocultar ciertas anécdotas. Tzara desde el principio fue consciente de que Dada, como todo movimiento natural debería fluir y tener un final, en realidad una ocultación física nunca una muerte espiritual. En tanto, el Surrealismo se erigió como única religión hasta la muerte de su pontífice, quien se dedicó a construir y destruir puentes con sus adláteres y que desapareció, curiosamente, justo dos años después de su muerte. Mientras, el espíritu Dada, con su poder evocador y su principio de libertad absoluta para la vida y el arte, sigue latente.
Utilizando la idea contradictoria, la dialéctica, Tzara plantea, como tesis y antítesis, la disyuntiva de si el arte era una actividad del espíritu o un medio de expresión, de si era un producto del pensar no dirigido o del dirigido, según las tesis de Jung, y por último establece los conceptos de arte latente y arte manifiesto. Como síntesis de esta dialéctica, explica y demuestra que, según la sucesión de ciclos en la evolución del arte, en cada uno predomina uno u otro aspecto. Todo el pensamiento de Tzara y su análisis de la historia del arte y de la literatura están en sus inéditos ensayos, El poder de las las imágenes y Las esclusas de la poesía y en su fundamental obra Granos y salvado, que se pueden consultar libremente en esta misma página web.
¿Podría decirse que Dada fue una «dictadura del espíritu» y que el surrealismo fue un modo de expresión? ¿Que Dada fue un modo de vida y el Surrealismo un medio, una profesión? ¿Que el nihilismo destructor del arte etiquetado a Dada, no era sino una subversión del concepto y de la función del arte? ¿Que la liberación definitiva del arte pasaba por una redefinición del proceso artístico? Proceso que Duchamp diseccionó en cuatro fases o factores, en concreto la idea, el proceso, el operador y la obra (nunca finalizada) y el cooperador (espectador). Otorgando a este último la facultad de dotar a la obra de una finalidad, de su objetivo, es decir era una interpretación subjetiva la que completaba el proceso, la obra de arte en su totalidad. Con todo, quizás la mayor diferencia entre Dada y Surrealismo, el poder subversivo de Dada es la coherencia al negarse a considerar el arte como una profesión, como medio de vida en lugar de modo de vida y su resultado, la obra, como un producto de especulación y consumo cualquiera.
Si nos detenemos en estudiar y comparar los manifiestos dadaístas, redactados por muchos y diferentes autores, con los surrealistas escritos exclusivamente por André Breton, encontraremos pocas coincidencias y bastantes discrepancias, algunas más o menos anecdóticas, pero analizándolos, aun someramente, observamos una distancia abismal entre ellos que los distingue. Es decir, frente al universal concepto de demolición de todo orden artificial y dejarse llevar por el curso natural de la vida sin ningún sistema preconcebido de los dadas, los manifiestos surrealistas, directorios del movimiento, son dogmáticos y se dirigen claramente a impartir doctrina y consignas, a crear una escuela más.
Ya en Zúrich, Tristan Tzara fue citado a declarar en comisaría, era judío y exiliado, el interrogatorio se halla recogido por Marc Dachy en El domador de acróbatas. El invisible marginado Tzara, siempre estuvo en el punto de mira de la policía, dada su condición de judío y exiliado. A pesar de ello, durante la ocupación alemana, Tzara luchó clandestinamente en la Resistencia. Su hijo Chistophe estuvo en el frente y él mismo, refugiado en el sur de Francia, fue perseguido por el régimen de Vichy, tras ser denunciado públicamente por un periódico local. Fue boicoteado por los mismos que en su día le recibieron alborozados, casi con ramas de olivo, a su llegada a París, y tuvieron que pasar veinticinco años hasta que le fue concedida la nacionalidad, a pesar de que había luchado por Francia como antes se ha explicitado. Un detalle anecdótico es que los seis volúmenes de Sus Obras Completas, excepcional trabajo de Henri Béhar, fueron publicados por Flammarion, una editorial que aun siendo prestigiosa no tiene el sello de reconocimiento universal que otorga a los autores consagrados la publicación en la colección de la Pléyade de Gallimard,
Por el contrario, Breton huyó de Francia durante la guerra, Viajó, medio de turismo, por Canarias y EE. UU., donde residió en el transcurso de la contienda mundial. Durante décadas los correligionarios adláteres surrealistas, la cohorte de Breton, estuvieron abducidos, el que se movía no salía en la foto, por la omnipotencia y la tiranía del «Pontífice», considerado y reconocido mundialmente. Breton sigue siendo considerado como uno de los grandes poetas del siglo pasado y su obra ha sido copiosamente traducida. De modo opuesto, Tzara sigue denigrado, ninguneado, perseguido y condenado al ostracismo por la industria editorial, la crítica y la intelectualidad francesa e internacional. Como evidencia de esto, señalar que de la ingente obra de Tzara apenas tres libros han sido traducidos al castellano, sin apenas difusión, excepción sea hecha de los mundialmente famosos manifiestos. Siempre hubo dobles varas para medir, balanzas trucadas según los individuos: el caso Breton-Tzara es paradigmático, para vestir un santo hubo que desnudar a otro. Y semejante ostracismo no se debe únicamente a que el mensaje dada sigue siendo peligrosamente revolucionario, antiburgués y anticapitalista. Hay otros motivos. Para que algo suceda deben concurrir varias causalidades, no casualidades, existe una múltiple y variada etiología de cualquier suceso, pasemos a exponer algunos de los motivos de este injusto comportamiento con Tzara.
Estilísticos: una de las razones por las que la poesía de Tzara apenas sea conocida, a pesar de haber sido en francés, y no en su lengua materna, el rumano, es su complejidad, su difícil comprensión, debido a la maravillosa cualidad de sorpresa de sus asombrosas metáforas, también a la desaparición de los signos de puntuación, a la destrucción de la sintaxis, en otros factores. No es fácil leer su obra, como tampoco lo ha sido su traducción, esos textos con frases de página entera, sin apenas puntuación, han tenido que ser objetos de una investigación, pudiera decirse, arquitectónica previa en busca de su diseño.
Sociales: el carácter endogámico y xenófobo de todas las naciones, el famoso chauvinismo en el caso francés, que a pesar de enriquecerse de los trabajadores, artistas e intelectuales extranjeros, no los acepta de igual manera que a un ciudadano oriundo, y no se integran socialmente, un inmigrante lo es durante toda su vida.
Políticos: Breton frente a un comunismo estalinista, imbuido por las posturas extremas de Aragon, se intentó aprovechar de un comunismo a medida, de quita y pon, para unificarlo con su Surrealismo. Por el contrario, hallamos un estricto y coherente compromiso social y un disidente espíritu en Tzara que apoyó sin restricciones la causa republicana durante la la Guerra Civil española y tras la Segunda Guerra Mundial viajó a los países comunistas, pero desengañado ,tras diez años de militancia, también abandonó la disciplina del PCF. .
Personales: la manía persecutoria bretoniana y de su escuela. Breton, homófobo, autoritario, descortés, engreído, acomplejado por su miedo a la soledad y con rasgos bipolares, es esclavo de si mismo, mientras que Tzara era discreto, comedido, auténtico, fraterno, solidario y luchador revolucionario, era un hombre libre, según declara la prestigiosa periodista Madeleine Chapsal que entrevistó a ambos poco antes de morir. Las profundas discrepancias y los enfrentamientos públicos se muestran de manera nítida en el intercambio epistolar entre ambos. Véanse, en la página web ya mencionada, dentro de la pestaña miscelánea, las entradas de Correspondencia II y Enfrentamientos.
Conceptuales: Breton creó una escuela de largas secuelas y excesiva duración, pero hoy ya obsoleta, sometida a su mandato irrefutable que tras repudiar el arte como oficio cayó en ello y ejerció de autor literario. Tzara impulsó un movimiento revolucionario efímero, contingente como toda obra humana, que subvirtió la idea de arte y cultura tradicionales, ya que para él el arte y la vida son lo mismo, la poesía no es una profesión, un medio de vida, sino un modo de vida, una manera de enfrentarse a la realidad para hacerla evolucionar y para cambiar el «orden social» hacia un mundo mejor, donde el amor y la libertad sean preponderantes. Dada y su mensaje, como no puede ser menos, ha superado la caducidad temporal, pervive y pervivirá siempre, porque está anclado en lo más profundo y genuino del alma humana.
Por último para demostrar la poderosa y fundamental influencia del legado Dada en el devenir del arte del siglo XX, y aun actualmente, a pesar del imperio de la tecnología, debo enumerar ciertos acontecimientos y movimientos. Es un hecho que, prácticamente la mayoría de los escritores y artistas surrealistas comenzaron como dadaístas o se nutrieron de su contenido revolucionario, que es la culminación del proceso de liberación iniciado por el romanticismo un siglo antes. Difícilmente se podrían entender las técnicas publicitarias en cuanto a tipografía, fotomontaje o creación de eslóganes y el collage, como ejemplos, sin las aportaciones de las publicaciones del movimiento Dada. Tampoco hubieran existido la poesía experimental, visual, fonética, ruidista, el arte povera, los happenings, las performances, el mail-art, el arte conceptual, etcétera. Por último, lo mismo pasa con las diferentes corrientes artísticas y pictóricas, grupos como Cobra, el Concretismo, el Letrismo y el Situacionismo, el Punk, la Generación Beat, el Pop Art, el Estridentismo mexicano el Nadismo colombiano, el Creacionismo chileno, el Ultraísmo (estos dos últimos coetáneos) y el Postismo españoles, la Patafísica… la lista sería interminable.
En lo concerniente a Tzara, se puede afirmar que en muy pocos autores se da una diferencia tan abismal entre los estudios aparecidos sobre él y el conocimiento de sus propios escritos, es un profundísimo agujero negro en el universo literario. Los numerosos libros publicados en vida por Tzara tuvieron tiradas cortas, y apenas hubo reediciones en francés, mientras que en el resto de las lenguas apenas ha sido traducido. Pero de la importancia de sus absolutamente revolucionarios y visionarios conceptos sobre lo que llamamos arte, ese legado imprescindible, surgió a posteriori, un interés inusitado entre ciertos ambientes universitarios, que ha originado numerosos estudios, tratados y tesis sobre Dada, y en muchas lenguas, sin embargo la extensa e imprescindible obra de Tzara sigue sin traducirse y pendiente de estudios que profundicen en ella. Parecería ser que algunos escriben de oídas y no de lecturas.
El surrealismo es como ese río de aluvión, torrencial, cuyo cauce semiseco sólo fluye cuando llueve de manera incontrolable, y arrasa riberas y arranca árboles y destruye puentes para luego depositar todo estérilmente en el mar. Dada es ese prístino manantial de agua pura, transparente y medicinal, que cae de modo intermitente, que a veces parece a punto de extinguirse, pero es inagotable y su lento goteo cala profundamente en la tierra, crea acuíferos subterráneos y sale luego a la superficie en cualquier lugar inesperado.
Ya va siendo tiempo de recuperar la impresionante figura del gran poeta Tristan Tzara y situarlo en el lugar que le corresponde.