ÍNDICE
Presentación
Trigo
Vlatava
Un resplandor
Para Antonio Machado
Cuatro poemas de guerrilla
Exilio
Llegar a ir
Fluido
La mano negra
De una ciudad
Provistos
Distante
Salida
Una muerta más
Aprendizaje
Contracorriente
Entrada en la noche
PRESENTACION
Tzara era extranjero, judío y su compromiso político con la lucha antifascista durante la guerra civil española, le llevó al exilio interior y a la detención y posterior vigilancia policial durante la ocupación alemana, A pesar de ello, huido y “exiliado” en el sur de Francia, su actividad política en la clandestinidad y su contribución en los medios de información, durante la Resistencia, fue incansable y su producción poética más prolífica que nunca, de hecho a esta época corresponde ésta y otras tres obras que una vez producida la Liberación se publicaron casi de una sola tacada.
Estos dieciocho cantos desesperados pero de esperanza fueron compuestos en Soulillac en ese período de silencio público comprendido entre Diciembre de 1942 y Agosto de 1944.
Aunque aparecen la mayoría en el manuscrito entregado a Sonia Delaunay Vivre y cinco de ellos fueron publicados en Ça va y en Une route Seul Soleil, su publicación en libro ocurrió en 1946 con seis dibujos y una litografía de Henri Matisse, siguiendo su costumbre de ser ilustrado por los mejores artistas de su época. A destacar el emocionante poema en recuerdo de Antonio Machado.
TRIGO
párpados sellados en el blanco desmayo de las paredes
es como si niñito perdido en el bosque la vida demasiado grande te atemorizara y de tí se apartase
todo es familiar y los ruidos te invitan pero van demasiado lejos
y alcanzarlos te parece tan difícil como hacerse comprender
luego aquí está el sol en la pesada existencia del que podía contarse como en los huesos y la carne sin saber
se va también resbalando por una pendiente de miedo gravemente despreocupada de las amenazas que conlleva
y los árboles que crecen en su muerte habitual
que acompaña como cada cual sabe madera resinosa
y aliento vertiginoso sin eco de las hojas secas
entonces estás aquí ante a una puerta y no sabes ni entrar ni salir
al haber dejado fuera del mundo habitable y acogedor el sentido de las revelaciones el dulce calor del tiempo en sí mismo
y ya nada te pertenece y por la misma razón que buscas en el bosque al correr te buscas en tí mismo
ante la unánime justicia volteada por unas brisas apenas sensibles que sin embargo os golpean y os arrojan y os cierran la salida como una quemadura
el pesado cuerpo que se derrumba sin nombre impalpable es el del bosque por la noche
y crujen sin consecuencias unas ramas con luces nazarenas de recital
acurrucado en una alegría duradera de flauta ya no queda asombro
y cuando canta a cántaros el reverso de la vida y es otra vez la historia
recoge en cada ruido terrestre lo que conserva de secreto marino
y el dolor en el centro y la rosa de los peces como el viento alrededor de Islandia de un excesivo recuerdo que conocemos de memoria
y que será necesario rechazar para finalmente poder vivir
como la corteza de la vida no llega sin asesinato y solo existe la grandeza basada en la raíz
y que la luz y el relámpago no pueden matar ni en el número veintitrés
que es el de la blancura empotrada en el corazón de un muro en el que anidan años como palomas
y unos oídos que hubieren percibido los crujidos de los panes que pudrirán nuestros amplios dolores
cantantes transparentes puros como el chorro de la felicidad
importancia de la mirada me gusta deshojar las preguntas ante la vida de tus sonrisas
y una a una coronar la gloria en proporción a su luminosidad
ellas miden la luz y guían el pensamiento de los pasos del hombre
es acaso necesario
siembran la certeza que vive de los placeres y de la hora de la tierra
hablo hablo otra vez de la hora de la tierra
y no dejaré de hablar de ella mientras no exista ahí de nuevo
entre nosotros cerca de nosotros levanta la cabeza pesada cabeza
levanta el cielo de tu rostro los brazos nutricios de los árboles en la luz viviente
los lobos devastaron la ciudad
y de la misma sustancia de la usura y del fuego
surgen ya en los escotes de días y semanas formas altas y tensas para agrietar la serena amistad
y a su alrededor mis hermanas agitan las campanillas tanto las últimas como las recientes
a ti bosque oscuro te agradezco la nueva noche
por haber plantado en mí para siempre con la sal de la muerte esta hospitalaria ceniza
que endereza el viento y alinea el camino y ahoga el pasado alrededor del cuello de su débil y maldita juventud
y me abre su día
al final solo con el dolor y la plenitud de mí mismo puedo gritar si quiero
te saludo bosque oscuro y a ti nueva noche en la desnudez de tu augurio de felicidad
VLTAVA
a V. Nezval
pienso en ti Guillermo encrucijada
molino de ciencia
a través de todas las huidas y los vientos de los países
encuentro la adormidera de la memoria
pienso en el nombre de una mujer con ojos color de playa
la colmena de su melena me convoca con todas las letras
adonde el espejo te arroja a la cara la profundidad humana
el fuego de la palabra cosido a los frutos de la tierra
mejilla con mejilla vi en los ojos lagos endurecidos
por tanta ancestral juventud que el amanecer nos duele
la mujer con risa de algas en qué piensa la paloma
tensa cual abeto ofreciendo a mil ternuras
las mil y una manos de alas y sal
la última era para mi la luz
puesto que es flor el sueño
polvo torpe
lo perdí en el reflejo de los primeras veladas de brasa
acaso necesitará radiante que en todo momento la recuerde
te saludo hoja de alfalfa
pienso en ti Guillermo encrucijada
calor de días acrecentados en bocas del metro
la muerte acecha alrededor qué importa la golondrina
nos habla de ballena habla hasta perder el aliento
habla a la piedra y al oído del trigo
qué importa el viejo árbol
UN RESPLANDOR
por el camino abierto
por un descanso de un céntimo
por una palabra de agua
como por un amanecer de risa
para que el muro se alce
contra el grito del mundo
como el vino absurdo
ladra en la cabeza
y caza maravillas
que solo tiene que hacer
bajo el montón de palabras
donde las hojas se mezclan
por amor al diablo
por la abeja redonda
por una única esperanza
el desierto en los labios
y el mar para beber
sacude el árbol
el sueño de arena
PARA ANTONIO MACHADO
velada de los mares en la frente de las fuentes
en la palma de tu presencia en Colliure
he acariciado la eternidad he creído en ella
y en el silencio vivo de tu viñedo
he enterrado el recuerdo y la amargura
humareda otoñal negra gravilla
minuto tras minuto depositó su ladrillo
rodeando la casa del solitario
el viento afila el cuchillo en la montaña
ya el invierno le ofrece su pecho
qué importa en el corazón de la melancolía
se graba una vida rápida de lagarto
qué importa bajo la sal de la luz
que una sonrisa como un látigo venga a iluminar los dientes
en las mismas comisuras de la vida tranquila
toda la tierra entre las tierras de Castilla
reposa en tu suelo a los grandes secretos amistosos
y desde el olivo tardío hasta el mar siempre joven
se mezcla la voz de la tierra con el orgullo nunca derrotado de Castilla
ni por la muerte ni por la poderosa sangre de la brizna de hierba en primavera
CUATRO POEMAS DE GUERRILLA
I
tienen tanta prisa las personas por vivir
que creen vivir
poderosamente en todo que no pusiste en cada uno de ellos
y la sal del silencio y el pan de la muerte
excesiva agua y aire y remordimientos
y dolor y valor
buena noche gran noche
a la salud de los que buscan
sol manos llenas de alas y de oro
buscador de mendaces ternuras
gastadas tantos sufrimientos
con estruendo de hierros y de promesas
y el árbol siempre tiende la mano
y luego estamos aquí en la suave sombra
esperando este pesado tormento
que nos viene de la lejanía del alma
II
era la época de las aguas vivas
los días que se balancean colgados de los árboles
amplias luces barrían nuestras esperanzas
en la mano del ciego la flor tomaba el perfil del mundo
nada detenía la esperanza en el sendero de cada uno
todavía se permitía cualquier comienzo de las cosas
así la fuga de un niño en una linea de fuego
cuando una sonrisa ilimitada se sumergía en su universo
en la cabeza zumbando ojos y rizos
tiernos hasta abandonar su asunto
tal era la ligereza de los cuerpos encantados
que la ola y la llama se confundían de puntillas
un caballo con todo su peso reposo de yeso
establecía la paz de las tierras blancas
oh horas distantes golpeando como promesas
en las puertas desaparecidas polvo de luto
nadie sabe donde conducen nuestros pasos
ni los esfuerzos oscuros por conquistar el silencio
III
dónde estamos sobre qué tierra navegan nuestras velas
se desesperan los años por encontrar su alimento
hambre precisa de los sentidos agudos y llenos
y de los sollozos en nuestras almas de sutiles estrellas
sobre huellas de aventura y siempre en el mismo sitio
al sol o bajo la lluvia y él llora y llora
viento de día noche de mediodía lejos de mi pierdo mis pasos
en el desorden de sordas medianoches como suena el otoño
siempre una larga historia en la bruma de los niños
corren las canicas pasan lentamente las páginas
y los mares se pudren bajo la nieve en voces contadas
cuerpos de duna sin memoria y él llora y llora
recordarlo todavía es de cristal la idea
que nos fue hogar ternura y valor
que vimos nacer en la desembocadura de de nuestras vidas
y crecer al sol de nuestras creencias.
dónde estamos y él llora y llora
en qué tierra navegan nuestras cabezas a merced de las velas
IV
barco abandonado a las furias renacidas
de las horas que resbalan a lo largo de las cuerdas de nuestras sienes
las cadenas se volvieron más pesadas bajo la lluvia y el olvido
y la carne más ligera se ha adaptado a los movimientos del dolor
es el silencio sellado en este gran mundo demasiado joven
son los labios que no han terminado de cavar la nada
donde muerte y creación labran la tierra del alma
pienso en la creencia que incendiaba lo ilimitado de las cosas
que todo huya de sí y que la soledad
desnuda como el sufrimiento se agote al conocerse
que la razón desaparezca en la leche de la infancia
y que la crueldad de las palabras se hunda en el cuerpo
todavía quedan pájaros
EXILIO
el camino puso en evidencia la ceniza de las miserias
y los días que vi y las palabras del pasado
y el sol y el yo pusilánime en la inconstancia
el dolor más opresivo el amor más amargo
estoy al borde del mundo raíz extraviada
la angustia superó el fin del viaje
en la soledad de las ciudades a la muerte
emparentados por los hilos visibles e invisibles de la memoria
abrimos sin miedo esclusas en nosotros mismos
y volvemos ausentes al sentido repugnante de los grandes pastizales
abandonos en el majestuoso silencio de vuestros camastros
aprendí el lenguaje de la sangre fraternal
la sorda indiferencia de no cerrar nunca las puertas deseadas
y las menores luces donde se aferraban a las ramas
la fe en su propia vida apenas viva en los límites del camino
cuando la decencia encuentra su pajar maternal
en las tristezas anónimas desolladas en vivo
los árboles y las hojas bastan para la ternura
ninguna palabra es suficiente pura en la luz
para tallar el diamante de su belleza que nos rodea
LLEGAR A IR
escucho el viento joven en la montaña
regresa al pozo de soledad
tierra quemada en el borde de un mundo para beber
el amanecer y el silencio y a ti hoja perdida
arenas multiplicad los orígenes canosos
fluid viejas ideas entre el resplandor de los dedos de relámpago
es preciso haber recorrido largos caminos para alcanzar
soledad la desnudez transparente de tu mirada
como una nueva primavera de carne fresca y harapos
llega a irse tantas otras nos miran
en el límite de series sangrientas la vida no alcanza a cerrar
su circuito de luz el juego abandonado
escucha la noche llama con sus mil ventanas
las cuerdas tensas por la esperanza cantan en sus árboles
como el agua desnuda un alma nueva se arroja contra la piedra
ningún rostro es suficientemente tierno para recoger sus lágrimas
como la risa invade el dolor creciente
el aire de la cascada llena las filtraciones de verano
con la salud de los pechos tal como entre los muertos
camina la esperanza sonámbula hacia la defensa de su intensidad
es hora de abrir la gran puerta
es una época para edificar para la ruina
es una época para descifrar y limpiar
es el momento en que el olvido se burla del mundo donde el mundo se prohíbe
hoja de la simplicidad se te oculta el sol
te deshojas en el umbral entre mil espigas cuidado
bloqueado
donde burlas el tiempo bebido de esclavo
y la esperanza
dura vida ruda vida
el viento puso su iracundia en la brasa de los párpados
y se apagó la llama detrás del recuerdo
en su camino más esperanza
más estrellas en su locura
la palabra llana
tú te ocultas en la noche animal
y desapareces
LA MANO NEGRA
el verano blandía su risa de cabalgata
los caminos retorcidos en el crepitar de las fugas
y de las abejas cosidas con diminutas llamas
hogares cantando labios
era el clima templado de las horas oh desnudez
donde la alegría descubierta en los albores de los colores
coronaba la infancia desmedida y delicada
de la gloria del día de un cristal eterno
pero aprendí el silencio e incluso el origen
y la muerte que vi llegando por todos los lados
ebria de paredes de lluvia ebria de ramas
riendo en vuelo desplegado
desde entonces una voz siempre la misma roza el árbol de hielo
cuando estoy en medio de la habitación oscura
inmóvil soledad enorme de planetas
y de violenta memoria levantada en flor de fuego
tristeza en la frente de sombra nacarada
es hora de que la semilla se hunda en nuestros hogares de olvido
antes de que no llegue la noche a cubrir la raíz de la tierra
de ceniza furtiva de las cabezas de montaña
árbol de aurora
veo despuntar el aire brusco con la paciencia de las fresas
ventanas abiertas en toda el alma
el viento alza su rostro
entonces una mano negra vino a posarse frente a mis ojos
esperé hasta la transparencia de las parábolas
a la caída de los gritos embrujados
al álamo nocturno y luego nadie
ni siquiera la noche para abrirme la puerta
ni siquiera la duda pequeño risueño
DE UNA CIUDAD
en nosotros brota la piedra
bajo el cielo extendido como un pueblo de niños
la levedad de la noche engañaba el ritmo de las respiraciones
tu salías con la luz brillante de una cama de salvias
vivías el sueño de las alas
cuando la cabra ramonea el frío
cuando los pasos encerrados en la completa congelación
en el bosque que cae crujen sin regreso
los días secretos mezclados con el maquillaje de su suave muerto
giras alrededor de ti mismo y en el centro los ojos vigilan
hay sombra y su rostro
en la carne de esta gran ciudad que no sale de mi cabeza
la tibia seda de las huellas
eres el árbol y el río
miras pasar la pobre piel de la soledad de las montañas
las manos locas ya no reconocen a sus semejantes
que nos llegue una nueva noche
desde la profundidad de la aceptación
regresas al camino de origen
rompes el ángulo de corrupción de las aguas
ADORNADOS
hay en la frente lenta transparente
un agua pensada con las flautas de la época
que no canta duerme
saca brillo al miedo de las libélulas
nuestras miradas de ventanas fijas
puente ciego bajo el sol
en los frutos las señales de muerte
en las lenguas una amplia paciencia
incluso allí la luz desaparece
hasta en el tuétano de las ciudades
muecas y risas locas
vida corriente en cada piso
puertas abiertas puertas vacías
siempre un silencio único
que nos acecha y nos dobla
y su dura incandescencia
en un lecho de arcilla roja
DISTANTE
no digas vida sin faro
la sombra nos inundó
la sombra aumenta el aire está de pie
los búhos están en nuestras puertas
no digas las horas han muertas
cuando los mares se liberaron
en los postigos de su tristeza
late el corazón de la gran duda
no digas la palabra contraseña
labio vacío de árbol viudo
es el viento rompiendo la carretera
como un sordo de mirada demasiado suave
no digas cada uno en su sitio
en el sol como en la muerte
la muerte atraviesa la paciencia
pierde su tiempo a lo largo de las noches
no digas demasiada memoria
huye de la sangre de las cosas amadas
el tiempo exento de soledad
donde se paralizan los años
conocí el peso de las paredes
allí donde reina el silencio
sobre el oro de un puro rostro
se rompe el pasado
SALIDA
el caballo alza el oro de su cabeza sobre la cima ebria de montañas
la ciudad se pierde en sus comienzos de paredes
entre caracoles atrapados en la nieve unas alas
otra vez de las golondrinas que deslumbran la fuerza del mar
bajo arnés pesado cuento los granos desnudos
de la vida domada volando entre látigos agudos
los pasos ya no devoran el lamento de la tierra
donde las frutas han bajado sus párpados luminosos
se plantan viñedos en oblicuo en torno a las lámparas
apenas llegada la noche selecciona los supervivientes
son tantos nombres como estrellas en el frente
entre promesas puras y faros en los alrededores
feliz aquel que se marcha a la cima del silencio
los artificios del viento deslizándose sobre el agua de su recuerdo
solo conoce la piedra en el pecho duro del sueño
la dulce melena del secreto de las fuentes
yo me quedo encadenado a la sombra de la infancia
las amargas esclavitudes en los labios olvidados
de las antiguas libertades el pálido fulgor
acaso ya no pudiera encontrar la paz de esta miseria.
UNA MUERTA MÁS
que se calle toda carne y escuche el crujido de estos muros
unos pasos descalzos corren por el techo
oigo las sordas fuentes de sus tobillos
es noche cerrada hasta el punto en que cambian las aguas
y se comparten las caras subterráneas del pensamiento
una luz abandonada de donde chorrea el desierto de su imagen
en ella iluminado mi lenguaje puede consolarse de la brusca caída del tiempo
pienso en la huida desesperada después de esta opresión de felicidad anónima y múltiple
que la infancia conoció y que la sangre adulta
cazó como una humareda discontinua
carretera nublada pegada a mis costados
triste silencio maldición de las noches
muros y piedras piedras y muros sin parar en la vertiente humana
habéis conquistado el olvido de su profundo destino
y hundido en su tierra el plomo cotidiano de vuestras raíces
si de sombra y de presa para rascar el fondo de la angustia
las manos puras se ahogan se pierde la semilla
todavía quedan cuervos para dar vueltas alrededor de su cabeza
llevando cada uno su ardor en sí mismo
separados para siempre para que ardor sobre ardor
no pueda encontrar la brizna de luz
oculta en lo más arcano del pozo más secreto de su rostro
da igual ya después de la lluvia y no creo lo que se dice
después de la lluvia mal tiempo y siempre para golpear el frío hierro
una amplia paciencia cavó sus arrugas en la primavera vacua de risa
de donde huyó el tibio sentido y que ya no conocemos
nosotros los atados al invierno eterno más cerca de la tumba que del origen del tiempo
que toda carne se calle y escuche el crujido de estos muros
proviene del río de una luz mohosa
de la cama sorda de la memoria golpeada
y la sombra regresando a la sombra de la tierra
y el gusano en el fruto se han transformado en piedra
en un sueño de agua
con un fino oído
al encuentro de los tejados
como un pensamiento único
a la hora de los grajos
y de los frutos precisos
con mil margaritas
de tus voluntades
con ojos claros calvero
de tus ciempiés
sobre un hilo de esperanza
tumbado en la paja
cuántas alegrías
sordas y rápidas
al galope
y con piedras en el cuello
del niño ciego
secreto deslumbrado
un antiguo pensamiento
oculta sus rostro
un año lluvioso
pesa en su frente
la ardilla de las palabras
ya no se escapa
CONTRACORRIENTE
pareces calmado desapegado azorado
caminas como los demás con o sin la idea de un próximo regreso
pareces escrutar el sol de las cosas
y luego con el viento te lanzas en busca de no sé ya qué dolor
y sin embargo estás allí atascado en la esperanza
un otro tú vino a reunirse contigo
acuérdate eran noches compactas
encerradas en el corazón de los frutos los días se estremecían en sus paredes
tan sutil huía el lento vilano bajo la suave piel de la luz
que el sabor de la ternura llenaba la garganta sonora de plácidas horas
y cada hora llegaba la palabra más clara
a beber en el doloroso manantial
cervatillas sorprendí vuestros pequeños secretos
atados con lazos de fuegos de párpados
ante la ausencia de sol
era una luz replegada sobre ella misma
en ella misma visible con los ojos cerrados
llaves y candados no hubieran servido para nada
las flores no abrían ninguna puerta
no conducían a ningún lado
una gota profunda como sueño
alcanzaba la eternidad del fuego
y la arrastraba a una vida llena de claridades de luchas
en la desmesura del tiempo olvidado
grajos en vuestro miedo
se oculta despectivo el espléndido nogal
grajos mastiqué mucho tiempo el grano negro de vuestras fugas
acaso no me acordaría bosques muertos de sacerdocio
de los días aplastados bajo el hacha invernal
cuando bajo amargos fragmentos no menos encontraría yo el origen
delicada hermana auroral arrancada del primer árbol
que desde mi soledad se reúne con el ruido del mundo
oh novedad raíz pura
cuánto dolor obtenido de puerta en puerta
por no encontrar el punto de salida
mas que cargado de la risa imbécil de la escoria
debilitada bajo los pasos quebradizos de las resedas más burlonas
y ninguna llegada ninguna orilla al alcance de la vista
cuando te veo te vas como los demás
agarrándote al paso despavorido de las cosas soleadas
de las presas de las boyas de las hojas muertas
ENTRADA EN LA NOCHE
noche sazonada con ensaladas frescas y aceite suave
noche gutural en la boca de una garganta frágil
yo te conozco ojo de cristal fibra de vidrio corteza reducida
sal de tomillo con sabor a electricidad y a sierra
y a ti zapato torcido cerca del río
cua cua un ladrido machacado de perro azucarado
noche arrojada como un bistec contra la piel fina de los pastos
noche sembrada de circos ambulantes
noche rebozada a lo largo de pescadoscolgados en árboles de acero
trago de seda
noche de estúpidas y balbucientes payasadas
flácida y deshuesada cayendo sobre cojines de sesera ciega
no no es en esta noche pastosa con lengua de ciénaga
como con largueza de infancias en filas quiero pensar tranquilo esta noche
pero cómo hablar de una mujer sin que sea sustancia
y a través de su sustancia el roce del hablar
tímido desmayo no noche masacre y apareamiento
noche de batalla ahogada bajo las sábanas de la angustia
noche vagabunda para incubar bajo la ceniza
enfangados futuros en sacos de humana apariencia
en todos los resquicios deslizaste tu complicidad tóxica
que somete a la madre y a la prostituta a la felicidad de iguales indiferencias
noche me agarraste en la palabra de tu mano
imperceptible de niebla en calma y aún son labios
cuando una mujer se acerca al recuerdo como la palabra se pierde
tal como una lámpara de noche el hombre avanza en la soledad de la densidad
sobre una hoja de cuchillo el sabor de un fruto rozado
y el tiempo devorado en un perfume de destellos
por qué no supliqué ternura muy presente para ofrecerte mi dolor mi cara
esta mirada apoyada en mi hombro
que me habría cerrado el párpado sordo
noche extendida llené tu eco con mi cálida verdad
que es ausencia noche diluida en el aliento donde la voz se quema las alas
por desplegar tanta lúgubre conciencia en vanos proverbios de placer
heridas de escarcha
trucos cebos
y crueldades que se despedazan en las medianoches agrietadas
y suficientes fugas salvajes en las masas opacas de perspectivas
estoy allí cómo soy yo solo veo a mis pies
tierra profunda cabeza baja