ÍNDICE
Introducción
Extranjera
Perdidas I – VI
La sonrisa del agua I -IV
Palabras de viejos y de jóvenes
Palabras de paja I – XI
Hablar sólo
INTRODUCCION
En el verano de 1945, Tzara, agotado, es invitado a una estancia en el hospital siquiátrico de Saint-Alban por su director, el mismo lugar donde poco antes había pasado una temporada Paul Eluard que escribió también inspirado en ese entorno dos poemas. Tzara allí escribe este libro que se publicara en 1950 con 72 litografías de Joan Miró en estuche de lujo. Esta coincidencia es muy interesante para analizar los diferentes puntos de vista (surrealista y dadaista) ante una misma fuente de inspiración
Mientras Éluard compone un cuadro visto desde el exterior, expresando todo su humanidad y comprensión hacia los enfermos, Tzara desde una perspectiva múltiple rompe las ataduras e interiorizando el sentimiento de los alienados habla en su lugar, de ahí el título del libro Hablar sólo. Obsérvese las dedicatorias personales de algunas de las partes del poema Las palabras de paja.
La colaboración con Miró, un encargo del editor Maeght, dio lugar a esta edición mítica y de extraordinaria belleza y que, debido a su dedicación primorosa, llevó casi dos años al pintor.
EXTRANJERA
extranjera en el sol de las campanas
te vi fugitiva en brazos de hojas muertas
solo una ventana que da al aire de libres barcas
el fuego se asfixió en la errante cabeza
los dientes de la habitación se cierran en tu risa
y su lengua azucarada diluye la lámpara del sueño
caes en el cielo enorme e ingenuo
una canción que no se atreve aún a decir su pobre nombre
de la copa a los labios se desmorona la arena
los párpados indican el fin de porcelana
envueltas de alboroto las olas descalzas
pulen las escamas de tus andares de reina
aquí en el horizonte el grito de tierra tierra
el terciopelo inmobilizado por una cerradura de alma lenta
con todo el peso de su descanso de pavesas
el árbol yace en la fuente ciega
despertad a las durmientes su causa se escucha
eternas extranjeras en el crucero del sendero
a penas lejanas a penas semejantes
los jardines deslumbrados con luces salvajes
las razones para callarse y odiar en secreto
PERDIDAS
I
la sombra verde coincidió contigo
en el brazo roto del agua
como un rey entre los enanos
se tensó la noche de las cabezas
bajo el minúsculo vestido
con una luz arrojada sobre los hombros
la primavera te lleva de la mano
por la inocencia del camino
y el insecto de trenzas negras
te condujo al río
acaso existen ríos
donde se bañan los ríos
habla habla luego nadie
te giras sobre ti mismo
y te ves reencontrándote
bajo la huida venenosa del agua libre
II
entre los delicados poderes de los saltamontes
bajo la carne del río
en el blanco guijarro celador de la mirada
en el mundo que agita la corteza de abedul
en la lúcida planta de una arena nueva
en la manzana del recuerdo
detrás de los cascabeles de espuma de labios
en la boca del espejo
cual trébol que te mira
bajo la ceniza de las hogueras que ahogó el fuego negro
por los duros bosques de las melenas
en el agua de las piedras que aquí
como sobre esquirlas de sol para beber
te encontré
invencible para siempre cálida tal hormiga
en el camino inefable
te descubriste en brazos de las olas
la luz en la ventana dentro la cama de nuestros recuerdos
III
desde una infancia tiernamente
llamo a la lana
de la mano
con mi voz perdida
que la opaca mañana
me tome como raíz
pierdo mi mirada
a través de los ojos de las hojas
dejé mi infancia
a otros pequeños
de los que nos reiremos
con la boca llena
me reiré la última
sola y sorda
cógeme de la mano
de blanda lana
IV
única hermosa desierto en los labios
pienso en el futuro de las puertas
donde las huídas se enredan
cristales de deseos inestables
las bolas en su centro
los lobos se ocupan en su invierno
la desesperación entre las patas
y de todas las incomprendidas
eres única para tu placer
las manos solas son tristes
lloran el rocío de los campos
el pasado de su mirada
sostiene la aguja en el borde de las lágrimas
nadie calma el fuego suave
ni lo apaga con la punta de los dedos
sola una única lana
donde se apresaron las huídas
V
el sueño vació la colmena
unos ojos rechinan en las mandíbulas
cascabeles cascabeles como hierba a la vista
como el vestido es hermoso
los niños salen de la arena,
queman el sol calcáreo de los muertos
los peces muerden en la cascada
a la salud de los que matan
por qué quieres que el árbol de las lámparas
caiga en polvo de medallas
debido a que la sangre de la luz lame la pared
nosotros acariciamos la hierba en su suave origen
gritad más fuerte que se infle el sol
ahora que la habitación zozobra en el olvido de vidrio
y que la mesa aúlla a la muerte
y el armario habla con su lenguaje profundo
VI
qué sabéis el aire se separó de nosotros
estamos allí sin estrellas
qué sabéis sin dinero sin fuego
un perro en su caseta mojado
y la lluvia bajo los sobacos
qué sabéis el ruido miente
y se muere con cada sorpresa
primaveral de mobiliario
mirala venir de lejos
una botella en el blanco
y el cinc sobre el mostrador
qué sabéis es la risa de la ambulancia
parece un estudiante
despidos despidos masivos la llave está sobre la puerta
qué sabéis acerca de los dientes del trabajo
repiquetea el maíz
viene un trago tras otro
y la muerte nos muerde el culo
qué sabéis ladrando a la risa negra
liberados del regreso
estáis en el buen camino
LA SONRISA DEL AGUA
I
árbol de innumerables ojos torbellinos
árbol que desde el comienzo de delicados vestidos
construiste un desierto que ya absorbe la oreja de medianoche
con los cuatro rincones de las canas
vences al viento hundes las manos de murmuraciones
en el agua cruda de los puñales que ríen
que acaso no ríen por haber pensado antes
lloran por no haberse sumergido vivos
en el cuerpo de la luz bebida
árbol alzas tu frente
te acurrucas en la fría llama
de la desnuda agua
llegó la temporada en que se cruzan las sombras
y se oye la resaca en el reparto del hierro
donde las gaviotas cuentan la calderilla de la noche
la ardilla deja a las cejas de las manoplas alzar el vuelo
el sueño se dedica a escalar el sol de grava
que tú nos haces esperar que tus mejillas están ardiendo
tu juegas a quien pierde corre entrad mis canas
en las patas de hinojo en las coronas festivas
y entraron los caballos se puso a brillar la risa
con un polvo envidioso en el extremo de la cola
y entre todos los caminos aquellos vacíos
invadieron los pechos que no pedían nada mejor
así caballos con reflejos oblicuos y aves de abril
mezclando la sonrisa de sus destinos métricos
forjaron entre los claros tambores de los nidos
la inefable tormenta que alimenta el mar de cristales
entonces me dije
en pie viejo cuerpo donde la luz derrotada
grita ya tierra en el otro extremo
en el otro extremo cosas de la risa
y de las ramas del mundo
esperando que se encienda la estatua de los frutos
y echen a volar las delicadas bocas azucaradas de jirones de luz
II
todavía engreído de paréntesis
parafinado retorcido exculpado
abierto en el agua de las extrañas risas
caído más bajo que mano limosnera
el marino con su fiel
la luz con su otoño
la madera delgada con sus labios
expuesta de pies a cabeza
como un cadáver con dientes de lluvia
en cada rincón de tortolita
se escogió adorno conocido
hermosas adustas para no dudar más de los nudos
ridículas a lo largo de costuras termiteros
rastros equinos sobre el montículo de cal
así os vi luego os perdí
en el campo diamantino de un domingo con longitud de raíl
dos por dos sosteniendo el abismo
el abrigo de los montes margerides en tus pies
III
qué decir del armario vacío
cuando ella quiere irse por encima de las sospechas
aire de nácar
recorrer en estrellas
dentro de un gran resplandor de risa láctea
IV
muere el candado de las sienes
viñedos de candelabros azucarados
lentas condensaciones de cadáveres
en el cristal de nuestras vigilias
el ojo penetra el puño paraliza
la luz sonámbula
vaga a través de los fuegos de campamento
como un perro despavorido a lo largo de las arrugas
a zonas ineluctables cosidas
y de todas las malditas
una sola temeridad
la de los ojos de hierro sosegado
sacudiendo el polvo
que se levanta en el trigo de tu sonrisa
llegó a socorrernos
encontradas siempre más solas
incrédulas en la fila
se van a buscar el agua
las intrépidas las malditas
en el hueco del recuerdo
donde la estrella y el pez
beben sus palabras ávidas
PALABRAS DE VIEJOS Y DE JÓVENES
madurar en las estrellas
oh corta adolescencia del hierro
no pusiste de tu lado el paso de antiguos rebaños
días fuertes y visibles
que ya el agua se envenena con el sueño de tus orejas
de humo y abandono
coronaste la muerte febril de la flauta
de vocales ahogadas
alimentaste a la nube con paso precipitado de ciervo
caminaste entre reyes
mordiste el áspid redondo de la esclavitud
y aquí estás con las manos vacías respaldado con susurros ascendentes
con la puerta cerrada
pensando en lo que se le llevó dentro de los campos
todo el bosque muerto de su época sobre la espalda
qué hiciste entre hierba extraña
en el borde gredoso del lúgubre papel secante de la pista
una sola palabra floreció por la avalancha de arena
que tu presencia congeló en la cruz del recuerdo
qué hiciste allí y el suelo traga su lengua de colina
el que escucha y repercute de lejanía en lejanía
cayendo en el pozo de la cascada de cadenas montañosas
solo con su soledad de hilo
aquel en la llama de su voz reconoció el abismo
una lámpara se había puesto a hablar completamente sola
con esa soledad de hilo la luz de los demás
te rodeas de remolinos de nubes de pífanos
tu única cabeza emerge de la conciencia de polvo
aún no eres polvo y sin embargo la palabra envuelta
en su razón para creer ha vaciado la sustancia
el lodo de su recuerdo
chiquilla al borde del barranco
chiquilla de bengala
chiquilla con piel marina
chiquilla en el nacimiento de los párpados
que haces allí yo espero la rosa erizada
en la boca del jabato y la cadera nueva
de la carretera desplegada cuando enmudeció el sol
en la cabeza del niño no hubo más espejo
ni sal
ni cola de pájaro
solo un grito sostenido de sutil electricidad
y la dispersión de las cosas según la felicidad del espacio
su buen placer
anciano en los rayos sibilinos
anciano en el tomillo del pensamiento
anciano de higos y racimos de estrellas
anciano en las colonias de plantas de piel
la codicia de terciopelo de las flores enjaezadas
los ojos arrojados al fuego de las ortigas
la palabra se da a otras tinieblas
y es la corteza del atardecer iluminándose de nada y de esperanza
el puro encanto de un pájaro de miel que se enciende
en la boca del lobo
la carretera desde hace mucho enterrada
PALABRAS DE PAJA
I
dentro de unos cuadernos de leche
crecieron los niños
merodearon con los dedos en la miel
edificaron en la seta lepiota
erizo erizo
escondido en el tejado
erizo dominical
oculto en la manga
se fueron al desierto
los hijos de Jerusalén
la leche agotada en la fuente de miel
los campos golpeados hasta sangrar
II
para Cécile
erizo erizo
el tiempo está en tus ojos
erizo sabatino
espolvoreado de azúcar lento
ha llegado el momento en la punta de los pies
de presentir al castillo de agua robar el bastón rojo
grava dentro de la boca
hogar del policía
erizo erizo
chupa tu nariz come el trozo
erizo de lunes
los tiempos han crecido
qué hiciste de tus cuatro verdades
en el escondrijo de la lluvia
III
trucha de la palabra amada
echa raíz en mis pies
llega la concha madura
de sol podrido
a poner boca abajo las cosas
el agua en la boca
te atrapé con ira
corta orilla
te retorcí en la risa
de la colada
te sumergí prolongada
por todo el Missouri
bordeada como flor
aguda en el saltamontes
minúscula de abeto
te marchaste
no hay mas que sacar la escalera
tu estás cosida a la pajita más corta
ganada en la astucia inmobiliaria
tragada con prisa por el fuego negro
de encontrar el camino correcto
IV
tu ves incluso la piel
endurecer la sombra bajo tus ojos
por miedo a la tristeza
paso a paso
agitar la libertad
hierbaluna mi hermana con la palabra amada
remangada hasta la cintura
trucha de palabra cruel
el amor se ríe en tus narices
tanto va la vida hermosa al cántaro de la indiferencia
que al final la amas
un sueño de un siglo
para una lluvia de medianoche
V
para Jeanne
arena arena a mi manera
mesa redonda tabla rasa
te vi en el dolor
trucha liberada
escupe el fuego muerde el tiempo
se te escapó el viento con ojeras
trucha de la inexperiencia
con el ruido azul bajo las suelas
galopad mis infieles
truchas un poco a la locura
boca en corazón flor en la mordaza
en las laderas en voz baja
la pereza en tus pantalones
la hierba cansada nos nombra
en el frasco de la escuela
VI
agua dulce y agua musculosa se encontraron
por qué buscáis un botón de capa masculina
el caramelo se echó a reír
con un aire de hongo de capital
el agua dulce es mi amada
en papel de seda arrugado
su palabra de caracol
se arrastra hasta la cabeza
y la llena de rayos sonoros
y de calderilla de alondra
dulce suave es la madrugada de los bueyes
cuando se van de dos en dos
a oler los huesos de la veleta
acostados en la cama blanca de los enamorados
mi felicidad hermana imprudente
a la mesa a la mesa
dispersa las aguas turbias
mediodía vaga entre los castaños
el zorro de nuestros deseos de árbol
VII
rama de impaciencia
hierbaluna de mi dolor
no queda bajo el travesaño sueño
y de él está el sol repleto
aún dos palabras más a la semana
para terminar con estilo
con chicas a las que no eres fiel
en las vacaciones eternas
con hierbaluna enana
pedernal
para engatusar al ojo
tanto y más
VIII
todavía no he dicho nada
pero no pienso en ello menos
beber una taza de té
ganar tiempo con la mejilla pequeña
visitar los almacenes
derrochar el azúcar de su risa
dar de beber a los enfermos
trotar finamente
ordeñar rocas
percibir humo
desatar mariposas de fraternidad
contar ortigas
adivinar persianas
qué es lo que esto nos oculta
con un sabor milenario
en la boca
IX
contando ovejas
derrotaste el sueño de musgo
hasta que llega el día
en la palma de la mano
la ternura se emborracha de indolencia
o acaso solo fuese molestia
prohibida certeza
sembrada de dientes herrada con amor
te veo en la feria
grandes ojos dando vueltas
en el pan blanco de la canción
como un espejo de gran persona
enharinada hasta el cuello
quizás existe una creencia
que en su momento se gasta
que conoce
el otoño
X
para Tamara
libérate independiente de mí
no tener ni felicidad ni fuego
todos juntos y cada uno por sí mismo
chillido hijo de nadie
haz la rama haz la tabla
saltaré por encima
o caminaré entre las piernas
en una única risa descuartizada
una es negra otra aurora
cuál es
la que ríe por no llorar
la que llora por no amar
mariquita en la punta de la nariz
XI
para Françoise
el cuchillo en la herida
sonido de silbato acaba la salida
otro tren nos dice qué dice
dice pobres gentes de aquí de allá
somnolientos o insolentes
vehementes alertas indiferentes
apresuraos apresuraos
el acróbata en la cuerda
atravesado de lado a lado
una aguja al final del mundo
hace brillar la luz
es un pájaro de sal
rompiendo la noche
y la libertad se extiende
como leche como sangre
HABLAR SOLO
he aquí insensato al hombre en tensiones cristalinas
en el rumor de arena en el pasado de muñeca
en el vacuo proceso dentro de una cama de sufrimiento
y sin embargo presente al en el tránsito de la primavera
hombre mientras pasa su parada es de pared
pared de grandes hombros
y aquí está la luz negra
el sol de sal
el agua ya no quita la sed de las miradas infantiles
sus palabras son de madera
la voz ya no se reconoce
en los resquicios de sus gargantas celestes
y cual justicia en el fondo del pozo se refleja la verdad
el oro desteñido de la huida del verano
la sinceridad de sus deseos
perros que aulláis desmesuradas vacaciones
perros que sacáis la lengua
que tiráis de la cuerda hasta perder el aspecto lluvioso
con ojos de cannabis
perdidos perdidos en una piel
perros que engañáis por la noche
en el pozo de la justicia auténtica agua fraguada
y perdéis el hierro en las piedras centelleantes de las paredes
como nunca se había visto
horrores sufrimientos rostros desvaídos planchados fallecidos
de tierra de potasa de humo vidrioso
lodo lodo en el horizonte
nada como lodo para acostarse
e islas de vértigos de densas hierbas
los adoquines están desiertos los amores complicados
por qué amar solo la avaricia
y por todas partes el vacío la transparencia ridícula del precipicio
hombre entre hombres y la fosa delante
el viento debajo y a cada lado el silencio
entraste vivo en la morada de la ternura muerta
y en cada paso
te reconociste como una respuesta tentadora
el mundo no cambió por ti de cenizas
ni angustia se crucificó
poco más o menos está siempre la carga de los vidrios
que pesa sobre tu oscura frente
pero tu eres claro en las horas que se te parecen
caminado entre tus pasos que cuenta la balanza
con los años estrellados en el árbol de los dolores
encerrado en el horizonte de las voces
no existe muro que se resista a tu cálido recuerdo
frente a la voz quebrada
las ratas pueden correr entre tus piernas
la hierba suave no ha terminado de huir ante tu llamada
con un ruido invisible en la boca y los dedos
saliste vivo.