Una vez alumbrado Dada en el Cabaret Voltaire, tras escasos seis meses, la lactancia y crecimiento (su actividad) se traslada a otras salas de Zúrich. Los años suizos coinciden con la progresiva expansión internacional de Dada hacia Alemania : Berlin (Huelsenbeck), Colonia (Baargeld), Hannover (Kurt Schwitters) – que dará para estudio aparte- y hasta Nueva York (Duchamp, Stieglitz), y llega el momento de su arribada a la capital del arte y la cultura de la época. Pero no iba a ser improvisado, Tzara con sus dotes de gran propagandista se había dedicado a crear un previo interés, a preparar el terreno para el acontecimiento, antes de depositar las semillas. Su obra Veinticinco poemas, que ya había enviado con anterioridad, era deglutida con ansiedad por Breton. Aragon, Soupault, los tres mosqueteros de “Littérature”, y sus amigos y había creado la admiración y el “suspense” necesarios. También contribuyeron unos pequeños pasquines, denominados papillons (mariposas), hoy serían pegatinas, y que Éluard se encargó de hacer revolotear por los urinarios, bares y bulevares parisinos. “Dada à Paris” es el título que Michel Sanouillet dio a su esencial obra, extensa y magnífica investigación de los hechos ocurridos en la capital francesa durante los años Dada y los inicios del surrealismo gemelo.
“L’esprit nouveau” lanzado por Apollinaire impregnaba el aire parisiense, las actividades del Cabaret Voltaire y las publicaciones de la revista Dada y los Manifiestos habían producido un efecto estruendoso. Picabia, que iba a ser el eslabón aglutinador entre el grupo de Littérature, Marcel Duchamp y Tristan Tzara, ya se había instalado en la capital francesa, y en su casa estuvieron alojados en diferente época Duchamp y Tzara. Janco, unos meses antes había sembrado la leyenda de que Tristan era un ser poco recomendable … alcanzada la paz tras la guerra mundial y creada la expectación suficiente, todo confluía para la llegada a la estación del Norte de Tristan Tzara, que tiene lugar el día 17 de enero de 1920 (los felices 20) y, a pesar de haberse avisado, por despiste o malentendido, nadie aparece a recibirle por lo que, cargado con su equipaje, se presenta en el domicilio de Picabia en la calle Émile Auger donde, la compañera de Francesc, Germaine Eveling le recibe e inmediatamente manda recado a Breton y a sus amigos que raudos aparecen. Escribe Soupault años más tarde “París era para él (Tzara) la ciudad de los ecos. Bastaba con alzar un poco la voz en este gran laberinto, para que se nos escuchara por todas partes. Y Tristan Tzara tenía una voz estruendosa, de trueno divino”. Sin embargo la primera impresión del aspecto físico de Tzara les deja algo desconcertados, Germaine lo retrató con estas exactas palabras : “Era pequeño de estatura, vestía de blanco y negro como los grabados de su amigo Janco, hablando un francés deficiente, levemente arqueado, balanceando unos brazos cortos en cuyos extremos colgaban dos manos regordetas. Su piel era cérea, su mirada miope parecía buscar tras el monóculo un punto fijo donde agarrarse. Mesándose continuamente con un gesto involuntario un mechón de su cabello negro que caía sobre su frente”. El salón rococó de los Picabia sería el primer cuartel general de los dadaistas en París y durante las reuniones en él celebradas se gestaron los actos iniciáticos que revolucionaron los conceptos artísticos para los tiempos venideros, y que serán la base primigenia del Surrealismo.
Existían algunas revistas más, Sic, Nord-Sud, entre otras, ya eran conocidas las obras de Cocteau, Satie, Valery, etc., y después del armisticio iba en auge el impulso y la actividad de nuevas librerías, editoriales, salas de teatro, galerías de arte y por supuesto de numerosos cafés que serían lugar de reunión de los miembros de ambos movimientos. Francesc Picabia, desde su revista 391 había arremetido contra el Salón de Otoño, ya solo faltaba el detonante para que estallara el reguero de pólvora previamente esparcido.
Como en otros lugares, también en París había actitudes o comportamientos dada, pero con carácter individual, protagonizados casi todos por un poeta, Arthur Cravan. Cravan venía publicando su revista Maintenant desde 1912 y en 1914 dio una célebre y peculiar conferencia en la que mezclaba los insultos al público con movimientos de baile, de boxeo y teorías antiartísticas. En 1917 Jacques Vaché, el amigo de Breton, vestido de oficial inglés, apuntó con un revólver al público en un estreno de Apollinaire. Las actitudes de Mallarmé, Rimbaud, Apollinaire o Jarry iban por el mismo camino. Las manifestaciones dada en París fueron muchas y mucha también la literatura que se generó, más que en los otros centros.
Para la presentación pública de Tzara, el grupo de Littérature cambió el café Certa, centro de sus reuniones habituales, y alquiló una salita del Palais des Fêtes en la calle S. Martin el día 23 de Enero de 1920, seis días después de su llegada. Controlando la entrada René Hilsum librero y posterior editor de Au Sans Pareil, daba paso a curiosos accidentales, intelectuales notorios y, por supuesto, numerosos periodistas dispuestos a interrumpir con el tema del día, la devaluación del franco, uno de ellos incluso sufrió una crisis cardíaca esperando en la puerta. El contenido de la matinal fue discutido el día anterior en el domicilio de los Picabia donde Tzara mostró su larga experiencia y dotes para la preparación de este tipo de espectáculos, el programa, arquetipo de las posteriores actividades dada, estaba dividido en dos partes separadas por un intermedio musical e incluía una exposición de pinturas y obras plásticas. Sería la primera y única matinal del grupo de Littérature
El primer “acto” comenzó por el texto Crise du change redactado y leído por André Salmon, que planteaba la superación del Simbolismo, seguido de poemas de Max Jacob, Pierre Reverdy, Blaise Cendras, Maurice Raynal y del propio Salmon. En el intermedio la música de algunos de Les Six y de otros compositores, intentó suavizar el crispado ambiente.
La presentación de las obras y cuadros expuestos – Gris, Chirico, Ribemont-Dessaignes, Picabia, Léger, y una escultura de Lipschitz fue acompañada de un bostezo general y un gélido silencio. El cubismo todavía no era comprendido. La obra más polémica fue Le Double monde en la que Picabia incluía el famoso acróstico, atribuido a Duchamp o perteneciente al acervo popular, LHOOQ, que al pronunciarlo deletreando en francés se traduciría por “ella tiene el culo caliente”.
La reanudación estuvo dedicada a la lectura de textos de la nueva camada de poetas : Radiguet, Breton, Soupault, Aragon, mientras aumentaba el enfado de los asistentes, Tzara comenzó a leer el último discurso de Léon Daudet en la Cámara de Diputados y en los pasillos Aragon y Breton tocaban una campanillas, estalló la bronca, la sala empezó a quedarse vacía, el escándalo pretendido por la provocación de los dadaistas había surgido efecto, el grupo se había fácil y rápidamente compactado : se abría la veda.
La siguiente aparición al Palais de Fêtes tuvo lugar en febrero de 1920 en el Grand Palais en el Salón de los Independientes, donde con falsos reclamos, aparecidos en el Bulletin Dada -la asistencia y adhesión al movimiento dada del príncipe de Mónaco y de Charles Chaplin, entre otros-, consiguieron atraer una enorme cantidad de público, que quedó sorprendido ante el número de oradores que recitaban simultáneamente manifiestos dadaístas. En la Maison de l’Oeuvre, en el mes de marzo, el espectáculo acabó con insultos, pero en la siguiente, el Festival Dada, celebrado en mayo, el público pasó de la palabra a la acción y arrojó toda clase de objetos a los dadaístas. Cuando anunciaron que se iban a cortar el pelo unos a otros en público, los asistentes bramaron y asaltaron el escenario.
El año 1921 en París, Man Ray, el pintor norteamericano, que había participado en el movimiento dada en Nueva York con collages y ready-mades, empezó a fabricar sus rayogramas, al mismo tiempo que Moholy-Nagy, un húngaro, hacía investigaciones en un campo similar. Los dos las llevaron más lejos que Schad, al colocar no sólo papeles recortados y objetos planos, sobre el papel sensible, sino también objetos tridimensionales, con lo cual las sombras y las texturas pasaban a incorporarse a la nueva imagen. Estos objetos solían ser pequeñas ruedas, partes de engranajes, etcétera, lo que les acercaba a los trabajos de otro dadaísta, Picabia, cuando mojaba en tinta ruedas, piñones, resortes…, y después hacía presión sobre el papel. El azar y las máquinas eran en los dos casos las bases de la nueva imagen. Man Ray publicó en 1922 una serie de doce rayogramas, Les Champs Délicieux -jugando con Elysées- con un texto de Tzara. Las imágenes aparentemente frías se obtenían a partir de objetos con valor evocativo para el artista, como el Merz de Schwitters: la llave de un cuarto de hotel, un trozo de película de cine…También Max Ernst, que trabaja en Colonia, expone en París en 1921 collages y pinturas, de la mano de Breton, que le descubrió con buen ojo surrealista. Tzara publicó en el sexto número de su revista, con el título de Bulletin Dada, y el séptimo como Dadaphone. Picabia en el año 20 editó Cannibale, y Littérature dedicó el número veintitrés a los manifiestos dada. En la Colección dada aparecieron libros de Breton y Picabia, de poemas y filosofía dada, la confraternización aparecía en su estado álgido .
Tzara asume las riendas de las sucesivas programaciones, siguiendo su experiencia de Zúrich, y edita el sexto número de la revista Dada retitulada como Boletin Dada, internacionalizado, que recoge textos de autores de diferentes países, el incendio se estaba propagando a una velocidad inusitada, con la inteligente labor de acelerante de Tzara.
El domingo 15 de Febrero Breton en misiva a Frances Picabia, siempre Picabia, anuncia un número especial dedicado a Dada en Littérature que en adelante, y poco a poco, dará un giro a esta publicación, hasta entonces de carácter más tradicional y nacionalista, para convertirse en órgano del nuevo movimiento. Mientras Littérature es una revista literaria al uso, de contenidos eruditos, artículos serios y poesía “clásica”, el Boletin Dada, amparado en el azar más absoluto, revoluciona la tipografía, aparece el famoso dedo indicador, es una publicación experimental, lúdica, original y basada en nuevas técnicas creativas, pudiera decirse hoy, a toro pasado, que es uno de los hitos entre las publicaciones del joven movimiento.
En esta mítica publicación aparece ya el boceto del programa de la siguiente sesión dada, preparada con más antelación que la primera. Erigido ya Tzara como director de orquesta y con sus portentosas dotes provocadores y propagandísticas idea la “boutade” de la participación de Charles Chaplin e inventa también la adhesión al movimiento dada de personajes como D’Annunzio, Henry Bergson y el Príncipe de Mónaco. El evento se organizó el día 5 de Febrero y la segunda exhibición dada se celebra en la sala del Grand Palais que era la sede tradicional de los salones de otoño, el escándalo producido fue descomunal. Al final tardío del acto se ofrecía a los asistentes la posibilidad de que les leyera la mano el Sr. Buison, rey de los charlatanes. Los ecos tuvieron tal repercusión que unos días después algunos de los participantes, fueron invitados por el político Léo Poldés a repetir la representación en su sede, la capilla desacralizada de S. Antonio Abad sita en el número 6 de la Rue Puteaux, Breton leyó el devastador Manifiesto dada 1918 de Tzara y entre el público mayoritariamente obrero un grupo libertario comenzó un infernal debate que llegó a las manos e hizo a Aragon tomar las riendas. Del ambiente trabajador se pasó al ámbito universitario y unos días después el 19 de Febrero en la Universidad popular del barrio de San Antonio, el programa de la sesión calcado de los anteriores, el único efecto suscitado entre un público desinteresado fue una leve extrañeza.
En la Maison de l’Oeuvre, también conocida como Salle Berliotz, ubicada en el numero 55 de la rue Clichy, el mismo lugar donde el 10 de diciembre de 1896 se había producido el monumental escándalo del estreno de Ubu roi de Jarry, se iba a celebrar otra aparición pública de dada, ésta con un contenido sensacional, preparado a conciencia por Tzara. Con una música totalmente inaudita de Varese, Schönberg, Satie, y una docena de actores aficionados, excepto la famosa Musidora, el sábado día 27 de Marzo, a las 8 y cuarto comienza un excepcional programa, entre otras actuaciones destacamos : Le pas de la chicorée frisé, fragmentos al azar para piano de Ribemont-Dessaignes, el Manifiesto caníbal de Picabia que leyó el propio Breton, y de las actuaciones teatrales sobresale el estreno de La primera aventura divina del Sr. Antipirina obra de Tzara que había sido publicada en Zúrich por el Cabaret Voltaire que bien pudiera considerarse como precursora del teatro del absurdo del también rumano Ionesco, de Adamov y de Beckett, en el decorado una rueda de bicicleta, homenaje a Duchamp que anticipa también el concepto de objeto-actor, ya hacia el final del evento se presentaba la última provocación de Picabia : un marco con un mono de peluche y debajo el título “Retrato de Cézanne-Retrato de Rembrandt- Retrato de Renoir- Naturalezas muertas”. Pocas veces el escándalo ha alcanzado mayor paroxismo, en la sala y al día siguiente toda la prensa no ahorraron insultos e improperios ante tal provocación “estos monstruos se creen capaces de todo”, obviamente Dada estaba logrando su objetivo, soliviantar a las “buenas gentes”. El programa de esta manifestación dada fue parcialmente recogido en la siguiente de la Salle Gaveau en el número 45 de la Rue La Boétie, en Mayo, donde como anunciaban los hombres anuncio los dadaistas se cortarían el pelo ante público y como era de esperar volvieron a sucederse las ofensas e injurias .
Por no hacer más extenso este artículo, pero para no dejar nada importante, destacar el domicilio de Germaine Everling y Francesc Picabia en la calle Émile Auger como lugar de encuentro y hervidero de ideas durante estos primeros pasos dada en París, centro de reunión que luego se trasladará al café Certa y también reiterar la importancia de la apertura de la librería, editorial y sala de exposiciones Au sans pareil dirigida por René Hilsum y donde se editarían las primeras publicaciones dada en París, que serán objeto de otra investigación.
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