ÍNDICE
Introducción.
I.- RESUMEN DE LA NOCHE
II.- LA MANO PASA
Desmadejado
Acerca de un verano negro
Límites del fuego
Despertar
Aún más lejos
Los bosques de la memoria
Sobre huellas vigilantes
Girasol de los transeúntes
III.- CAMBIOS RADIANTES
Ramajes
Dudas despejadas
El gigante de las paredes
Precursor de miradas
Regreso de las pasiones
Madrugada de mármol
Víctima del silencio
Día aprendiz
Conjunto de alarmas
Atalaya
Arenas
Tierra de día
En línea
En el camino de las estrellas de mar
IV.- SURES ALCANZADOS
Pies descalzos
Arrancado al río
Sobre el campo
Ante sí
España 1936
Canto de guerra civil
Cargas
Caminos empapados
En el umbral
Si existe primavera
Rubí en la uña
Jugar con fuego
Mañana de bahías
Para que conste
En el nacimiento de la sombra
Figura
Frecuente
Toda una vida
Despiués de todo
Amplio pànorama
Horizonte anbulante
Búsquedas
Cerca del a,manecer
Criminales
INTRODUCCIÓN
Apagado el incendio dada, pero nunca superado, separado de las continuas idas y venidas al y del movimiento surrealista, Tzara ha comenzado ya su etapa más personal. Las cuatro partes que componen Midis Gagnés se escribieron entre 1933 y 1937 y aunque con anterioridad aparecieron publicadas fragmentariamente, fueron finamente reunidas en este poemario publicado en 1939 acompañadas de seis dibujos de Henri Matisse. Esta obra junto con los libros titulados : La Face intérieure, Sans coup férir y A haute flamme demuestran la enorme influencia sobre su pensamiento político que acrecentó su militancia y sobre su obra poética que ejerció la tragedia civil española a la que en ellos dedica numerosos poemas. Como afirma en su ensayo-conferencia “la poesía no sería lo que es, si la guerra de España no la hubiese atravesado como un cuchillo”, también de su defensa de la legalidad republicana habla su labor como Secretario del Comité de escritores en Defensa de la Cultura y su presencia en España, en el Congreso de Valencia.
La primera parte de Sures alcanzados está conformada por quince cantos (ensoñaciones) que alternan prosa poética con sus signos de puntuación y largos poemas en verso libre sin puntuar, entre ellos cabría destacar el canto X, un metapoema según palabras de Henri Béhar. Su título Resumen (o compendio) de la noche es definitorio en cuanto a su carácter divulgativo o pedagógico.
La segunda parte La Mano pasa cambia el juego onírico y el poeta regresa al mundo exterior, este cambio se opera de manera más evidente en la tercera parte Cambios radiantesredactados ya durante el desarrollo de la contienda española surge el Tzara en la lucha contra las cadenas opresoras del fascismo y del capital, señala el punto álgido en su trayecto poético. Incluye su estemecedor poema dedicado a García Lorca “En el camino de las estrellas marinas”
La cuarta y ultima parte que da título a la recopilación, con clara inspiración en los sucesos históricos que sufre nuestro país, como lo evidencian dos títulos, Canto de guerra civil y España 1936, marcaría el hito que resume el transcurso de su obra y de su vida desde la provocación dadaista, pasando por el surrealismo dogmático hasta la angustia vital que le seguiría hasta su muerte.
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RESUMEN DE LA NOCHE
(1937)
I
dejé al cuerpo desnudarse bajo el viento dentro de los fosos
ya mal entallado paupérrimo chasquido de hueso de cereza
agrietarse a lo largo de los desvanes y de las agriculturas gredosas de cristal de pizarra de rigidez
sufrimientos nubosos de la ola sin retorno cortada al ras
servil y proverbial
colmenas montañesas donde los frutos van a vibrar con sed de poder
quise adormecer cuestiones insidiosas
sin peso cual tumbas
en cada palbra avanzando las branquias puntiagudas fríamente ricas en pesca que deslizan venenos y sus recorridos
sospechosos apenas afinados y sin embargo miedos despavoridos los tentáculos
sin embargo peligrosos por tantos jabalíes por tantos proyectos que el hielo se rompía y se fundía debajo de los rápidos remolinos de animales lanudos trenes y bosques pesados sobrecargados de cargamentos fluviales
noté el sueño ordenado radiante en pleno resbalón matinal
una hermosa ropa de cama colocada sobre la cima de frambuesa o los pezones de mujeres amadas por las nieves
acumuladas en la amplia corriente renqueante de una memoria
iluminé el fuego quieto del desierto y cuando me sentía vivir sólo en letras encantadas en las raíces de las cornamentas de ciervos
ningún recuerdo en los cabellos erizados de mica llegó a incrustar su delicado cohete
sobre el hermoso cuerpo infantil con risa marina que para siempre se enredó en el hilo de mi soledad
vivos témpanos llevados en brazos humanos el dolor inmemorial crecido sobre cobertizos de azufre
los gritos afilados en la muela de las lobas
los corazones sacudidos en la hoguera de huesos de barrancos
las ternuras saqueadas los amortiguadores de los trenes los golpes de mar mitigados en la brasa
son grietas nuevamente reconocidas por infusiones celestes que aparecen ante los secretos de los vapores entre las miasmas de los buques desarmados casi arrancados sol
los cadáveres roen las chispas y como espuma el mar barre pan rallado de carbón vegetal
así se hunde la infancia en la ceguera de las maternidades siderales protegida por bosques de muros cada día un día de víctimas y el espanto de las puertas se cierra en doble crepúsculo sobre sus pasos
insensible y solitario
encerrada en el cráter de un flor extinguida para siempre y rígida cual desesperación
todo es frío que alarga la expresión extrema del candado
y la muerte ya no habla de la muerte de las palabras tan mimadas en la sustancia y la fluidez de sus seno universal
la piedra rebota en el lugar del hombre
y el corazón con párpados andrajosos se alza amenazando al mar con toda su completa certeza de metal
I I
Me gustan las sustancias humanas compactas y enmarañadas, aquellas que, difíciles de desenredar incluso con unos alerones de aurora repentina, encuentran en una ensoñación siempre virgen el olvido de los ojos penetrantes y de las memorias escrutadoras. Muy raras estas mujeres de agua solo aparecen ante las ventosas de los espejos entre las horas inapreciables que unen el indefinible insomnio con el día inexorable. Pero cuando éste cae como una masa huraña y fría sobre la conciencia del hombre, refugio en una vegetación de dulzura submarina, bajo el ojo ambiguo, solo sabe prolongar la resolución de un sonido zumbador, herencia de la noche infantil, a través de túneles frágiles con membranas transparentes y metamorfosis planetarias. Una vibración incoherente de lamentos se rompe como minúsculos cuadrados en sacos de campanillas y de chirridos de bisutería. El sol es su peor enemigo. El viento puede causarle la ebriedad de la que tiemblan los pobres al pie de la escalera cuando unas rocas galvanizadas por las olas se encuentran al alcance de su frenética disciplina. Así el mar, célula del sueño, contiene el mayor número de posibilidades nucleares de donde las apariciones de nubes y de resplandores musculados con figura antropomorfa son capaces de influir sobre las leves modificaciones de sexo de los seres que derivan de ella con la simplicidad de la tormenta. Y todos los cántaros se rompen con un estruendo de montañas secas, mientras que, por capas sucesivas cada vez más aéreas hacia la cima, un sentimiento de vida, culpas implícitas, ilumina con una nueva piedra preciosa la continuidad del encanto humano a través de las cuevas de polvo.
I I I
de la inmensa soledad de una brizna de hierba
abandonada en los labios voraces de los campos
desarrollaré el fuego confeccionado con perlas
las anclas de la noche con alas agrícolas con trenzas de sarmiento
los alóes enmohecidos los muros en carne viva desfiles de hombres y granizos
hornos oscilantes donde el pan es de piedra y la paz de los helechos se desmiga son grillos de anís y sombra
la ruina de las parras de sombra
de una cierta transparencia con voz estrecha
del tocar objetos macilentos
de una piel dulce de arduo esfuerzo
de un aumento de joyas sin porvenir ni plumas
de un día oscurecido por un bosque de palomas
de una fría ventana y de una melena sin hojas
aguardamos el rayo de sol
el silencio aún no ha alcanzado la estructura íntima de la sombra de cristal
las caras de roca en las crines de agua pálida
el sueño corta a los seres vivos mediante golpes verticales unos son negros y otros marinos
el rey de las olas aún no ha secado su postrera lágrima
IV
Brillantes monstruosidades de la pesca, el alma humana ha conservado el recuerdo color de hierro. Asombrosas inmensidades de la vivisección. El musgo de las miradas profundas, las vegetaciones de cuero y los corazones laboriosos de los ríos sin dientes se juntan en un resplandeciente haz de alas que aspiran al conocimiento de las almas de gas. A pesar de la fluidez de la alarma, el arco destila ideas en la aridez y la dificultad. Los mismos vestidos se adormecen sobre las olas solidificadas de alta mar. De las tiendas de campaña y de las carretillas sopla una brisa láctea, mientras que los guijarros, niños de cristal, repiquetean en vano en las puertas de los barriles. Son jugadores de aros de horizonte, troneras de los altos bosques de adolescencia marina, la mirada cruda y de temporada de las jovencitas. Se han rajado los cestos de sienes plateadas de los encantamientos de escama y mediante resplandores de matracas tapizan la tierra de lejanos destinos. Los vendimiadores de enredaderas de luna han quemado las últimas escalas de los zorros en señal de luto y al retirar el relámpago de sus ojos, pétalo a pétalo, han sido conscientes de la nueva claridad.
Tal se erige el rápido paisaje en el anuncio del pozo secreto. Una mano petrificada se descuelga de los dientes del muro y la ensoñación vuelve a caer sobre la tablero amargo. El crimen mismo reincide, piedra a piedra, su estancia de fuego y unas cabezas se desmoronan en la cabeza con un ruido amansado por lluvia y un desgarrón de muselina en el lugar de la infancia. Llevamos maravillas al seno infinito, pero la lucidez de acero humano da fuertes golpes en la materia de la que es objeto. Negra, desmelenada en el fiemo animal, se le han cerrado para siempre todas las salidas. Y qué importa un agua consistente dotada del poderío de los encantos cuando, a través de ella, los colores pierden la fuerza de gritar bajo la ceniza. Medianoche suena a cualquier hora en este cerebro que se aleja en su esfera y se pierde en su propia perspectiva con la inconsciencia de la lentitud que a su vez se aleja y se pierde. El hombre trabaja las horas inciertas, las más visibles no siempre son las que hacen más daño, son las que adornan con perlas la frente de los pájaros. Por una sola habitación abierta, todas las risas se derriten, volverá a pasar el arado.
V
los suspiros se hicieron de horas de piel la viva voz
y en su agua sin remordimiento viví como una canción
impasible una nueva ternura acude a la subasta de las sedas
qué hicimos del amor bajo la mirada
de lavandas cortadas las amarras al nivel de los pies de arena
el silbato procedente de los largos y anchos espacios de oraciones planas
del regreso que presentan a las húmedas y blandas circunstancias de hada
esta negra noche que brilla con una voluptuosidad tan persistente que en las astas de los toros la luz se enreda
oh botella de los mares locuaces- qué hicimos del amor-
recuperando las rutinas avivando las llamas de las chimeneas
como una gran sencillez enamorada
como una persona no supo mantenerla apartada de las hojas dementes
muros asfixiados por miradas fijas o por el echador de cartas que incluso pone en juego la vida de pupilas
y la desesperación en el alboroto de los alumnos
un canto calmado y firme en la mejilla
unas palabras que agitan al viento unas barcazas bajo botas de castaño
qué hicimos del amor y la voz enmudeció
igual que un golpe de maza rebota en el vacío
un canto calmo no un desgarro más
un reloj de menos
un zorro más allá
una muñeca de menos
otra a lo lejos
quién soy qué fui
en la puerta de las azaleas una puerta de más
VI
Se trata, a través de los desplomes de la memoria, de seguir paso a paso el prodigioso desarrollo de un coeficiente de ruina que ocupará su lugar en un sistema universal de deterioro y de despiste. ¿Cual es la conducta habitual de una demolición de la naturaleza ambiente en el marco de cada acontecimiento para uso de la vida frutal? Yo no confiaré el cuidado de mi descubrimiento al extraño momento de heroísmo que golpeará, en virtud de la decadencia del cuerpo y de las ataduras sociales, el pecho del cielo, en cada cumbre de una tormenta que ninguna fuerza podría detener. Vosotros, que una singular timidez acuna aún sobre rodillas infantiles, existencias resistentes al juicio de polvo en los afectos errantes entre los viajes latentes y los terrenos de la confusión, ¿oís la voz de cemento de los lobos cuando se estrella contra el muro del mundo? Unos trozos de olas se dispersan entonces en las cañas bajo los ojos y las calas humanas se mojan con las agudas lágrimas del abandono. Las astillas del mar, la arena reciente, ¿dónde huyó la ternura de los objetos nocturnos, unos senos de dulce sol al tacto de dedos de algas? Todavía un cadáver diurno para introducir furtivamente río arriba de este deslizamiento universal de las cosas e inspiraciones. Donde acaba la muralla, vosotros cambiáis la nube en sombra de arnés; el tiempo es libre en la pechera de un campo nuevo.
VII
órbita marmórea en el seno del poniente
crecida como angustia encerrada en el olvido de las columnas
que vive incluso la piel
que cantaba más alto que la flor
sobre las ávidas colinas la leche revivida
al alba loca
calles enteras pavimentadas de rostros que siguen a la llama
rostros contraídos en la muda de ciegos humos
sobre la sangre de sus ecos intenté los primeros pasos de la memoria
escalonada de hoja en hoja a lo largo de ardientes rocas
de ojo en ojo a los rápidos ojales
señales portadoras de ramas y panes
de arrugas de pistas oscurecidas y de patas
rozando la dulce claridad unos dolores que consumen
el chapoteo sin espejismo subsiste como una palabra en el espejo bajo la mirada hundida es el otoño a imagen de la muerte extiende sus alas y más allá de la tumba de hierro respira
en la caída de las primeras nieves
con los fuegos de las ruedas ríe ella
las tenazas de las razones supremas posibles
cuya madera salpica la orilla de muérdago
me mantienen en el sitio
arrebatan a la voz ese grave reflejo
en favor de los gritos parecido a las extrañas desnudeces de este mundo
arrojadas a la cara del mundo
de deshielo y cristal
así se enrollan las mantillas fulgurantes de las visiones de disminución y aumento
se enrollan alrededor de algunas melenas
hasta perder su aspecto
son blancas o negras y no temen al fuego
y ante los ojos de las mordeduras pasan indivisibles
como dientes desgranados por bocas infinitas
en el hilo de su cara
a lo largo de espléndidos recuerdos retorcidos
en capas de mucosas y húmedas sonrisas
el pájaro se elevaba se elevaba bajo la mirada
viviendo dolores minúsculos
llevando su nido y el árbol en su dolor
y joyas y viveros
la presa que encubaba bajo la brasa
la esperanza de fundirse en una risa real
como a la sombra vivida por una luna invernal
no tuvo sueño más áspero más sonoro
que un rebaño de cunas prolongando el rebaño de palomas
la acción de las alas se elevaba se elevaba
ciega y cálida por todas partes como un espejo
sobre un muro de olas una tumba altiva
viejas maravillas maravillas
VIII
La aparente injusticia que me alimentó con su nombre y que, con la indigna aclamación de los dominós, se complació en hacerme creer feas en su esencia a todas las mujeres que amé. Acoplamientos, presiones, ¿no habéis implantado definitivamente en mí esta torpeza esencial de la que ya no puedo separar las ambiguas maneras que invaden mis sentidos cuando se trata de introducirme en la realidad que nos rodea? El silencio se deja coger en su trampa de reflejos, cuando en las zonas donde se bate las vanas imágenes se deslizan alejadas, fijas e insensibles, hacia una vida de bodega provocada artificialmente, como el agua que se deforma en la palma de un océano de mercurio. De nuevo me agarro en este único y sólido islote en la total desilusión de las vacilaciones, al recuerdo de las mujeres, a pesar del delirio insatisfecho, cuyo cortejo de máscaras y de rechazos negruzcos, aún deja en mí la huella de un vacío receloso, en el límite de las apariencias completamente asimiladas.
La juventud cree en su eternidad sin que se pudiese concebir potencial de preocupaciones. Un torno de pozos para diamantes imberbes es la pesadilla con alientos oscuros. Tanto para el mar, tanto para el metal : el sueño ha montado su empresa sobre toda una buena parte del día aéreo, ya expatriado, mientras la víspera se instaura bajo el imperio de la noche, esta conversión en la suma de carbones dulces, para que las lenguas y las lámparas puedan juntarse en la laguna, en señal de muerte, con sus vivos y rudimentarios renacimientos.
Ella huyó de la juventud sobre ruedas aterciopeladas y el ronroneo del animal surgió de las capas minerales, con un hermoso grito de mañana dorada sobre el tramo de la frontera marina de olores sigilosos. Aún no es la carencia de ojos crudos como, con la cabeza hacia adelante, el pájaro se lanza a la chimenea, sino las patas áridas de las zarzas, cuando la desesperación os planta ante la amarga reja del juego donde van unas rápidas sucesiones de vuestras iras contenidas y que, al haber apostado todo a la carta imposible, ya no dudáis de los resultados concretos de esta ronda, las áridas patas de las zarzas, cada vez más difuminadas hacia lo ancho, todavía os mantienen un momento al borde del abismo donde unos ojos brillan y parpadean en señal de dulce e imperceptible adhesión.
IX
el día es caluroso en el descanso del verdugo
no se ha fundido la nieve en los huecos de la carne
nadie quiere nada de ti
de los labios se desprende el árbol nuevo
tantas hojas recogidas en vano
y tantas señales memorables trazadas sobre los cristales de las crestas
viejos molinos que vuelven de vacío es la espuma de los regresos
cuya agua llena cierra los frenos
saltimbanqui de los infieles
y la calle se ríe de las piedras
igual que una ventana noche de tierra arroja al pie de la muralla las trampas imperceptibles
disgusto de los supervivientes
como un traidor de hoy en día
con todas las frías abrasiones de caminos
las correas trepan al claro de luna
aún una desesperación actúa en las chapas del recuerdo
no son nubes no es el recuerdo
ni aluviones de miradas recientemente fijas en ti
cuya piel tamizada por orillas se suaviza entre las grietas
donde minúsculos resplandores bullen en la sombra llena de peces
no es la carne abrupta de las colinas desmoronadas
en charcas de época sucia
y ladrillos apilados alrededor de frutos a punto de madurar
intolerable vecindad de rumores soleados
no son campanas otoñales
ni la cuchilla nocturna
ni la rama de fuego flexible
quienes devolverán a los miedos a granel hiedras desnudas en la montaña
la tristeza de perseguir haciendo zalamerías en el puerto de la leyes
las conspiraciones del abismo
mago con zancos
la ola arremangada en la ventana
viento de la risa sale con sangre
es el río
sabe vivir
agitamos humos que sombras cansadas llevan al margen
el orden lento de los estanques a los más miedosos
cuyos los ojos van a pastar la inflexible
somnolencia tanto de estaño
como de animales bajo la cáscara
abre el aire a los sometidos
donde batimos los sueños y el baile en su poso
hasta que se mezcla con el oro
sin sueño y sin humanos va el hilo en tu ausencia
a través de espejismos de un país que oculta otro
te encuentro en la hilera
te sigo la estela
filones de graves destinos se convierten en emblemas del azar
en los herbarios de viejas furias
rutilante voz de cristal
sobre la playa lejos de la mirada al final de los mares perdidos
una sola mujer se hunde
madura áspera sin retoque
se descubre en silencio en espejos con pelo largo
el ala enana de una memoria deslumbrante
es todavía un paso vacío una caída de ojos
X
Un movimiento dramático se registra en blanco- sin responsabilidad alguna por su parte y sin garantizar el movimiento de los caudales de sentimiento- sobre los canales que forma, en el río de luz, un alma agrietada llena de amplias resonancias. Y cualquier estabilidad no es siquiera un movimiento imperceptible; también hay que creer que a la apariencia de una hipertrofia sensorial será fácil contraponer eficazmente, sin suprimir detalles, la precipitación cinética y rotativa de imágenes de un mundo acelerado. Tal no es el caso en lo que concierne a los astros, su máxima velocidad que va pareja con su delicada disminución en relación con un punto ideal de observación que nosotros podemos incluso creer poder representar.
El tiempo no sucede igual bajo el diente poderoso de la tormenta que en el colocado, con crujido de helechos, sobre la mesa de operaciones del mundo. El ser se somete fácilmente a la lluvia sin dureza, en la ola de su carencia de altura y disminución auditivas.
El tiempo es un sistema de coordenadas, una relación imprevisible de conjuntos y las infinitas conexiones que presentan entre ellos los objetos y su sensación, tanto por la via animal como por la de los astros, han alejado suficientemente de nosotros el horizonte límite de nuestra consciencia para que, en nuestros movimientos, nada nos impida formular un vago principio de libertad unido en la mayor parte de los casos a una ilusión de inmutabilidad. Asisto al espectáculo de una vida que de repente se desarrolla a una velocidad virtual que no tiene ningún motivo de detenerse, o al de una considerable disminución de puntos de referencia, de una solemne marcha lenta, con un insensato crecimiento de lo que nos rodea o con el de una reducción al infinito de todo lo que existe. Podemos concebir también, por sectores o estratos, la coexistencia de estos movimientos, lo que complicaría notoriamente el problema de iniciales exigencias. Donde acaba el espíritu de continuación del hombre, se prolonga en el individuo, mediante cascadas de luz, la capacidad de sus recipientes sentimentales; es el reino de la decepción que regresa a la aridez triunfante.
Sería difícil convencerme de que un individuo determinado (nombremos a aquel que precisamente está, totalmente despreocupado, sincronizando lo mejor posible estas necesidades orgánicas en el tiempo de que dispone hasta la llegada del autobús) ve, oye, siente, percibe según la misma velocidad y la misma dimensión que yo lo que se desarrolla a su alrededor y que sus relojes, metros y adjetivos no hayan sido, desde su nacimiento, falsificados por la unánime y constante relación de las cosas y los seres a la que ha sometido las normas de sus juicios, Porque, basta suponer que esto sea realmente posible, para saber a priori que nada transpiraría de este secreto conservado contra todo y a su pesar, en razón misma de la perfecta conformidad de este secreto con el secreto incorporado a la existencia de cada ser. Se trata de romper en un punto cualquiera el círculo cerrado, o, no vaya a ser que que bajo condición de dejarse contaminar para siempre por el sueño que desborda el cántaro de la ensoñación, de dejar entrever lo que una danza desenfrenada e inarmónica con todo lo que forma parte de cualquier círculo, consiga lo mismo en su admitida grandeza que en su convencional tiempo, es capaz de suscitar, bajo su ángulo deformado, en el mundo del pensamiento. Sustraerse, por un momento, a la coincidencia de movimientos, desacelerado o acelerado, aumentado o disminuido por volumen y peso, de cosas y seres, sin influencia de narcóticos que, sin embargo, puede habernos dado ya los anticipos necesarios, pero con plena consciencia, me parece deber arruinar el sistema de ideas preconcebidas tanto en las relaciones recíprocas del hombre participante y de la naturaleza participada cuanto en las del hombre no participante y el mundo exterior. Y el hombre que no puede ser concebido, en este sentido, como aislado, estando las leyes de la realidad exterior tal como todas las coordenadas en relación a él deben siempre, en cualquier momento, conjugarse e incluso cuando su inconsciente esta obligado a someterse a ello a fin de que nada obstaculice el orden tiránico, es evidente que todo estado que escapa al control directo de la percepción por métodos objetivos que pertenecen al medio –el sueño, las hipnosis- podrá hacernos prolongar o acortar la vida y no esta excluido que nuevos métodos puedan aun ponerse al servicio de las exploraciones de la consciencia, en cualquier estado de vigilia, ya por intervenciones fisiológicas en la estructura óptica del organismo sensorial, ya por ejercicios intelectuales capaces de doblegar la voluntad adormeciendo precisamente esas facultades de la inteligencia, inflexible y hurañas, que nos dirigen en la vida según reglas esquemáticas.
Las tormentas se suceden en la cabeza del hombre y la ciudad que la guarece por dentro se ahoga bajo el peso del algodón amontonado. Se trata sin embargo de una vida más luminosa que, en el límite de la noción de independencia y con el concurso de su atractivo, se hará inminente y nos deslumbrará por la ligereza de su comprensión de las cosas y de los seres. Se trata de una axiomática de los deseos, de un lujoso envoltorio en la llovizna de sus satisfacciones posibles.
Así más o menos me parece la noche en la fermentación de sus profundos encantos.
XI
cuando la vida se agarra con dificultad a los granos de piel de una tierra golpeada
golpeada sobre el yunque del sol hoja partida
pelirrojas prolongaciones de montones de senderos en fila india
en tu ser encrucijada de todas las manos que se tienden
unas para coger otras para volar
cuando los labios castigan a los fuegos de las etapas
las ardientes de manchas fraternales acostadas por eclipses
irremediables sobre las alfombras de los altares humanos
tal se acumula la bruma sobre altas dunas
donde paso a paso los presentimientos de una muerte rutilante
te conquistan con sus brazos regulares
como ya ella te vive con remolinos de flor cotidiana
como ya tú hablas en virtud de su implícito rumor ascendente
acaso vas a la llanura acaso rompes las escolleras
para qué esta la raíz atada por donde sube la luz de la orilla
y sea cual sea el sentido profundo del que se queja la marea constante de carne y sangre
en la base de las cartas que crecen sobre la pradera
océano de malezas
féretros vacíos en la maravillosa espuma
fronteras de los mundos superados últimos túneles absorbidos del fondo de la tierra
largas melenas de humo cayendo sobre los hombros de las montañas
y tú pequeño rostro en el hueco de la mano
todavía cerrándote para siempre la noche de la tierra
engullido en el mar sin fondo del caracol
te cierras para siempre en el fuego perturbador del día de la tierra
XII
Me llegó la noche como una idea perniciosa. Vidriosa y vindicativa. Nunca, después, me ha dejado. Se trataba para ella, como una cierta adolescencia, de atravesar fácilmente los límites que integran la pasión establecida y los obstáculos que planteaba. Por un lado el mar se hundía en mí como una sustancia ligera y joven, por el otro se erigía la carne misma del amor en la que estaba incluido su fluido e incesante principio de inversión. La simplicidad de una idea no es siempre el mejor garante de su exacta gravitación alrededor de una permanencia deseada, apta par ser fecundada en ella; y, sin embargo, llega frecuentemente para que se le instale provisionalmente en el ala mortal de un día invasor, como durante un viaje no quiere sentirse unido al mecanismo que conlleva el intercambio de memorias entre el visitante y el objeto visitado.
¡Cuántos crueles malentendidos surgen del desconocimiento de esta regla, fueron enterrados bajo los aullidos de los destinos carnívoros, aquellos que serían capaces de suministrarnos al respecto alguna pobre enseñanza! Ninguna dificultad de este tipo para el viajero nocturno. El intercambio de las relaciones de recuerdo solo se hace con el consentimiento tácito de una vela que cubre la apariencia de las dos partes. Incluso la presencia de un objeto, es preciso aproximarlo en su escapatoria, no podría ser ante todo más que un escalofrío de su conocimiento, Y este respingo y esta insinuación, no llegaría a confundir la pureza del movimiento, dejándole suponer un alto y un bajo, ningún desinterés humano le indicaría un antes y un después, porque, al revés de cualquier cosa, la noche no es para mis ojos un fenómeno que tenga un comienzo y un fin, ni siquiera un imagen estática alrededor de la que el día giraría, a su vez, como satélites, con los contenidos del día y de la noche. Parece más bien resumir un estado de conciencia preventivo, por fragmentos, una indefinible sucesión de grados de interferencia entre el hombre y el universo, un estado por el que la conciencia circunstancial del tiempo está determinada, en tanto que problema astral, como un cambio de la periodicidad de algunos fenómenos rítmicos u otros en un fluir general, sin subdivisiones ni medidas, completo y arcaico. Una estampida unida a la estructura menos diferenciada que la del hombre del día, del hombre actual, pero no menos consistente que ella, y que sin embargo no ha perdido el contacto con el individuo particular y el depósito salino de su sufrimiento acumulado ni con sus deseos sin asidero y sin posibilidad de satisfacerse.
Un niño se aísla – con lo que conlleva de brutalidades la anotación del desordenado garabato de una aguja de brújula que dirige su huella animal – en un fondo de decorado convertido en dueño de la nube por un parón momentáneo de la vida y del pulso. Los tartamudeos prolongados de algunos pájaros recientemente transformados en pequeños grupos revoloteadores de agua y vino, los vaivenes de las algas que echan raíz sobre una capa de aire establecido a la altura humana. Y es a la altura del hombre, que trata de hacer válida la constante selección, como hemos disfrazado las recientes banderas de natación del adolescente de mirada bloqueada. ¿Quedan aún burbujas de miedo que asciendan del profundo desprecio por eficaces nasas? La condensación de poca esperanza. El gran significado de un grito sin base. Y todo lo que rodea los recelos de una naturaleza a la que apenas me atrevo creer dotada todavía de una apoyo solidificable, no es más que un vasto encadenamiento de boyas de conocimiento y sutil alusión a una voluptuosidad que aún nunca se ha desmentido en tanto que salvaguarda del unánime atractivo. Discretas, concretas pero invisibles son las figuras peremnes en las que el hombre nocturno ha echado sus raíces. He aquí por qué el eterno retorno de las cosas cumple su bucle cotidiano en las esferas vegetales de los murmullos marinos convertidos en terrestre a la luz de un corto escape de sentidos humanos, en favor de una mínima prohibición.
Así me aparece la noche, como una perpetua entrada en materia.
Y que nadie me encargue la fusión de las madrigueras.
XIII
burbujeantes grupos de juegos sobre las sienes
vosotras vivas deformaciones de soles derrumbados
oh breves generaciones satisfechas
al trote de los caballos en el rechinar de dientes
días y noches manos y manos
la sombra os carga un único pesado paquete sobre la espalda
y la aurora ha muerto la balanza inestable
por la que se regulan las puertas que van de una casa a otra
como la risa y las relaciones entre habitantes
creadores de ciudades incendiarias
y vosotros conductores de olas que gimen
sobre el fuego de los fallecimientos gigantes recipientes
a expensas de las pasiones con sutiles desapariciones ante el amor invasor
alzadas alrededor de juegos suficientes
ruedas de farolas
todavía un cadáver de asfalto en el pañal de las murallas
puestas sobre sí todas las apariencias de la vida que se recuerdan
por diversas migajas colocadas en forma de pájaros
por la soledad de contemplar y del pudor de morir
XIV
Una nueva mirada, lanzada un poco por todas partes, cambia el aspecto de las cosas regaladas alrededor, a la larga. ¿Vives retrasado? ¿Temes la mirada del bosque? ¿Huyes de la pendiente? Ella burbujea en ti.
Al sonreír, al recorrer las rocas de seda, al quejarse con mil monos en apoyo del polvo, al rechinar los dientes en los pórticos de maíz, al retorcer la carne de los armarios sobre un sueño de cigüeña en el aire o al devolver a la nada la crisálida derivada del precioso amor y liberada de los vapores gratuitos de la mañana, a través de guiños y campos, los seres se amontonan en el globo siempre empuñado por la base del destino de circunstancias erosionadas y, mediante racimos o filtraciones, persiguen por las calles desiertas la imagen ausente de la ciudad desagradecida, enrarecida.
Una mujer única que pasa por la cabeza y por la noche recubre su sentido, la madurez de sus cadenas.
Almas tensas, informes de estructuras, relámpagos brutos y deseos de iconoclastas escarchados en el polvorín ambulante del invierno, dulces comerciantes de efectos incomprensibles sobre lazos de bosques, a vosotros, jorobados de luces paternales en los fogones de pan blanco, rechinamientos de los campos en las bisagras de los muebles plegados, albergues de seguridad, cazadores extraviados en la tardanza de las ideas apoyadas sobre las zanjas de las clavijas, envilecidos en las hojas secas y el musgo lavado, yo os saludo, densidades diseminadas sobre el mundo de piedra y sombra, porque sois vida solidaria del dolor y de la ausencia de cualquier voluntad de gloria, mientras el hombre vive en él absurdo y solitario.
Un cuadrado de tela suntuosa, pobre harapo, que se mueve por su propia ondulación de chorlito y de dobladillos de reflejos, una pluma que corre, regresará el rostro en el marco de la ventana. Único deslumbramiento de una memoria ya desposeída de cualquier necesidad de presencia.
XV
hay vidas rápidas como sonrisas
balizas de socorro colgadas de los árboles de la carretera
ramajes ramajes son mujeres pasajeras
conservan sus vidas y ocultan el secreto de su sonrisa
el lento torbellino que les transporta sobre la ola pulida de un día
nadie encuentra la espera distraída
lenta despedazada por encima del borde y de cualquier angustia liberada rota en la carne viajera
brillante espejo de las pupilas en primavera
así pasa el día una única mujer que pasa
ya la noche se derrama en el agua del olvido con débiles reflejos
las asas del mundo que los hombres aproximan a sus labios
hay una nueva especie de vida que se insinúa por frescas zarzas de noches jóvenes dentro de la vida
estable prohíbe a los recién nacidos la palabra aprendida
del exterior invadido se confunden su leyes
su memoria en sí misma sepultada por un pozo de petroleo ronronea
el algodón de un espejismo sobre una orilla enferma
que se arrastra hacia algún ojo errante
por terrones extraños
piedras piedras
piedras que llevo en mí piedras lunares
piedras lucífugas piedras medio duras en las que se refugia el amor
piedras donde reposan las duras caricias
angulosas o lisas piedras en el párpado sólido
y vasto desde el centro de la noche hasta el pesado corazón
encerrado en una infancia aún viva
piedras manos tibias
y a la reja de nuevos vértigos vienen en socorro
unos preceptos de aflicción donde el hombre languidece
pronta noche mano irritable
un delicado vuelo incorpóreo pasó por los rescoldos de locuras ausentes
incomprensibles cada vez más irritantes
noche arrojada a la cara de las piedras
abandonada en la frente pura con el incesante sonido de vasos entrechocándose
donde los astros se alimentan de anfibios rutilantes
noche presa en el hielo
en el límite de lo que hay a la vez de ausente y presente en mí
noche frontera te reconocía en las subdivisiones de las miradas que adoptas hacia mi memoria terrestre
noches cada vez más delgadas envueltas unas con otras
todas ancladas en los huecos del tiempo como en un tronco una perpetua huída
bajo la gama marina la paz en fila
arrastrada por amores puntuales tangentes
rodearse de desastres perseguirse sin pies ni cabeza
la inútil repetición de las cosas temibles
que se lanzan al asalto de un mundo brotado de la llama que siembro

LA MANO PASA
DESMADEJADO
la mirada es de agua en el cristal de las ideas
que nos bastan
la acera es de sal el rumor de agua enana
no tengo prisa
cual riachuelo que discurre sobre los labios amados
y todo esta por renacer
en instante de soledad
refugios de los campos guaridas de las rapaces
jovencitas en los árboles y máquinas tragaperras
igual que los días se hacen cortos y la lluvia y los días
no sé porqué
siempre estará blanca la cama de las ideas como arreglo al principio
sólo es martes por cada noche que comienza
estiro los brazos bajo mis párpados
aprieto los puños de noche camino de caza
dolor
hombre dolorido ríe con la reina derrocada
el blanco se arregla para hacer girar la noche entera
entera pero falsa ya miércoles
habría algo
si no me he quedara en la puerta incipiente
una sola linde para una sola espera más cercana
un único día de hormiga
aplastar los vivos recuerdos con manos limpias
los hombres se aprietan contra el frío alrededor de una única claridad
ni terrestre ni salina
ya no tienen martes ni pena
apenas piensan en el atroz regreso de cosas muertos y nacimientos
en instante de implacable soledad
nada renace hombre innexorable borrado de la faz de la tierra
solo la soledad
ACERCA DE UN NEGRO VERANO
La loca de los viñedos se ha abierto la blusa y a través del aire vacilante de las superficies excitadas, ha plantado el nenúfar de plomo sobre el camino.
¿De qué está hecha la imagen universal de la esperanza para que nunca dudemos en utilizar su voz cuando tratamos, en su interior, de hundirnos en la arena, dando tumbos?
¿Y la pureza?
La inmensa protección hacia sí misma, el aspecto de no dejarse arrastrar hasta la orilla.
Existe un silencio, una mirada.
Una mano que os coge del cuello, la pasión temprana que siembra los prados.
El hombre acostado entre los polos del sol y de la noche se anuncia y vibra, el destino girasol de su piel engalanada.
Y cuando uno envejece o se marchita en igualdad de supuestos y cuando los finales le parecen condenados, mil otros semejantes surgen de los agujeros viperinos y palidecen ante una nueva armonía, insufrible.
Perdí en la descomposición de los oráculos las ganas y el dolor.
Incluso la esperanza ha prostituido su camino familiar; ya no se mostrará su luz ante mí.
Sin prestar atención a la soledad que me ha apresado en los raros momentos cuando se retiran las trampas. Parecidas a fieles oídos otra vez.
Harían falta grandes degüellos, en masa, de luminosos acontecimientos. La verdad de una puerta vigilada en el cuerpo.
Conocí a la vieja de los viñedos y la muerte de la felicidad. Porque esto me basta para algunos ramajes aún, los grandes supervivientes de los años encanecidos, cargados de vuelo y nieve.
Así pudo hablar impunemente de la tristeza, el lobo. Pero era una verdad incomprensible, igual que era poderoso su sentimiento, la raíz de la exaltación, mientras que la abundancia de la brisa primaveral, de la pesca y de la espada inundaba de una idea intacta y fresca las sombras risueñas sujetas a los postes del país.
LÍMITES DEL FUEGO
Casado con las amplias masas de insumisos, removido en la universal aglomeración de cosas, entregado a los descubridores de graves sufrimientos, a las raicillas humanas congeladas en la meditación y la complicidad de los envidiosos, tu te ves realizar los gestos cotidianos en los estrechos límites de ramas flexibles. Ante el deseo de papel secante, te opones, te inquietas con el viento de una estela siempre en flor. Que no alcance a distinguir de las cosas los fantasmas de las palabras que ayudaron a su derramamiento fuera de mí, es debido a la continuidad de su acción mediadora entre el mundo y mi adolescencia. Y, en adelante, sometido a un sentimiento, troceado y ajeno, de abismo, ¿cómo podía si no soportar con terror su desértico y ferruginoso llamamiento? Todo el espacio terrícola se encabritaba bajo los bancos de nubes. Me rodeé de frágiles hibernaciones, de poderes resecos. ¿Qué queda de humano sobre los rostros lampiños curtidos por lecturas y cortesías astringentes de asuntos de los que constituí un paisaje famélico?
Debilidad tradicional, un día de revolución se dirá que los ojos que hemos buscado estaban desprovistos de la felicidad humana. Y los hombres y la felicidad, siempre he intentado mezclarme con ellos, a falta de la intensa fusión prometida que sin embargo encontramos aún viva en el fondo residual de los cuentos, entre los gérmenes de frío y las puertas salpicadas por infancias.
DESPERTAR
Apresúrate hacia la felicidad inmensa y terrestre, es el corte de los párpados que golpea al bailar contra la pared de la noche. ¡Basta de muerte explícita, muerte alegre utilizada hasta en el esmalte de uñas, juventud perdida en los apóstrofes de la hipocresía! ¡ Basta de alientos apagados de corazones tejidos en cestos sanos! ¡Apresúrate hacia la felicidad humana que esta inscrita sobre tu frente como una deuda imborrable!
Una nueva forma de crudeza estival está a punto de bajar sobre la bruma del mundo en jirones de hierba lenta y de cubrirlo de una delgada capa de felicidad, planeada por un glorioso porvenir intuido en el acero. ¡Apresúrate, por la felicidad humana y brillante te espero alrededor de este mundo descuartizado, como decimos en el lenguaje del asfalto! Hay contratiempos, fuentes selladas, labios sobre panderetas y ojos sin indiferencia. La sal y el fuego te esperan sobre la colina mineral de la incandescencia de vivir.
AÚN MÁS LEJOS
Hay alguien que nos mira.
Hay un amanecer exacto en la entrada de lo anticuado. Hay un agua que sube límpida mientras nos realizamos sin alegría, sin cantidad.
El arado de la cabeza constante.
La colmena de hojas.
Viento, viento. ¿Quién no se precipitaría vivo en el monolito de piensos cuando el gallo se refleja en el desmenuzamiento austral de los signos?
Ato a tu nombre las muñequeras de mi voz, voy a revelar tu nombre que es el de felicidad y la continuidad de los brazos en el asedio del mundo, ahí está la felicidad. No hay vuelta atrás. Los ojos están todos eliminados en la profunda bruma de los senos. Pero nada está aún perdido. Hay un país superior detrás de la amargura de la época, los yugos de una terrible aurora.
LOS BOSQUES DE LA MEMORIA
aún una vida de maleza se alza en el vaso
aún un grito de felicidad se pierde en la mirada
aún un verano de arena para mezclarse con el vacío sufrimiento
manos que miden el abismo
manos fraternales hojas vanas
jardines de la vida infantil con ceniza leve
cualquier sombra amiga va a pastar en el frescor del umbral cristalino
risas resbaladizas de rayuela
una joven estampida de mundos de insectos
así se arroja el sueño invisible a través de la columna abrazada
y se crispa y rezagado se queja
huyes sombra malsana al frente rebelde
ciudad insensible en el desgarro nocturno
el gran sedimento de castas corruptas
el hierro se acumula mediante el frío alrededor de coronas de peces
tropezándose entre los carámbanos de las duras apariencias
que levantan las botas de los humanos
y la paz destrozada en el embudo de los puentes
los párpados de los palacios se marchitan cuando caen los horizontes enyesados
sobre el veneno de los caminos
qué le importa a la juventud ascendente el fino nervio del agua hacia su huída
qué importan la belleza y el fino barniz de rostros y frutos
la eterna recuperación de las tendencias
hastíos producidos pagando con la vida
gruñona paz de las bodegas a medio camino
del ser basado en sol y arrebato
qué importa la ternura surgida de relucientes callejones entre las heridas de las hierbas
y las hambres recuperadas en las carreteras excesivamente rectas
qué importan las ardientes búsquedas de manos involucradas en labor metálica
qué importan los ojos valerosos sobre el hilo de verdad de la última etapa de la infancia
el tórax de ciudades provinciales pisoteadas bajo la revolución de los claros refugios
el paso desenfrenado de un orgullo de ruinas
la melena que se mueve en los árboles y de un poste a otro
la parada del merodeador
la cotorra de los salvajes
los senos de la palabra intuida
en la linde de la nieve
la cadena negra del canto
que importan los aromas marinos de cristales delicados
los resbalones intensos sobre las rocas de fulgores
y la risa de los niños qué importan sus carreras ansiosas
sus sueños espolvoreados de tomillo
las cascadas de los reinicios del mundo construidas sobre la fácil aguja de las zarzas
el oro de las nubes y el cohete de las poderosas dunas
qué importan mis frases y el calor con que querría rodearlas
durante estos inviernos sin fin acumulados sobre los hombros de los hombres
si existen los hombres todas las frágiles maravillas
de vez en cuando aún hablamos de ello a lo largo de profundos valles
los sonidos graves aunque de este mundo no pueden sobrevivir a la vergüenza concreta
de verse pisotear en la áspera garganta de los locos
de memoria de hombre
nunca extintos ni vencidos nunca muertos
siempre ante sí sin muerte precoz ni caída
acaso oyes tu los labios súbitos de la muerte cuando congela
las brisas seductoras en los rodeos vegetales de las caricias
los cordones de la gloria de vivir sin fin en los límites de las costuras
que de reino en reino comunican órdenes indescifrables las
miedos matutinos de las prisiones emplumadas que somos
en busca de vecinos adultos y seguros
y el regalo de las barcas se rodea de juventud
que a su pesar sentimos sorda en el reloj de arena la presencia el nacimiento
en las raíces de los ignotos días desconocidos
es esta tristeza frente a la mía
cubierta de polvo qué importa su prisa por ganar
las próximas aglomeraciones y ya nadie está en el camino para esperarla
cuando la sombra inclinada sobre el hombre actual me parece calmar el rigor de su sed
y en la ausencia inmemorial escogida entre tantas otras
el instrumento del hombre enemigo no se separa de la mano del hombre
cuando la muerte acecha en los bastones de los transeúntes
cuando rechina en las puertas sin sarcasmos
encadenada y lisa de acero en el timón
regreso a la forma solar de los caminos restringidos
y a los campos que se desgañitan en la vejez de las humaredas
qué importan las esperanzas muy canosas de una verdad espléndida para perseguir en el polvo
en la cabeza de los hombres diligentes los rastros de los bosques
qué importan las promesas de frescas estructuras diamantinas
rodeadas de dulces alientos de animales incomprendidos y lentos
porque el arma amarga de los trabajos asalariados se establece con pleno sufrimiento
recoge la antorcha en la miseria del tiempo sin ritmo
mientras brilla el sentido desnudo del amor recorriendo por todos los lados el infinito de su palabra desbordada
y la felicidad prohibida de la voluntad de conocerse en su cuerpo indeciso
ya el día se queda atascado en la laminadora de cruel encaje
el pesebre salino en el corazón de la tierra
desgarra la presa de las cóleras atadas
a los pasos del gran hombre y a las cortezas de los primeros árboles surgidos en el reposo del lago
guardián desgajado de la aurora
miradas siempre demasiado lentas para beber
ríos de lámparas
barreras chirriantes de sangre
la sombra inunda papeles secantes de paredes coaguladas
a lo largo de los faros pájaros de monstruosos vuelos melenas recogidas
donde aún se oculta sin fisuras el miedo a morir quieto antes incluso de estar usado y de haber vivido
clavado en la pared sonora de las vértebras
SOBRE HUELLAS VIGILANTES
en el curso de los caminos leídos en la mano de las novias
camináis zapateros del rey
a través de mil refugios sustraídos a la vida
y sin embargo anclados en la simplicidad de las ruinas en la orilla de los mares
llenad pechos con la llamada del hierro salvaje de las tempestades
la casa del viento que atravesáis sin humo
sin sombra de razón sin fuego bajo las suelas
la paciencia de la sombra
mediante la furia somete corrientes de agua
acaso hemos comprendido el sentido de la vida creciente
las formas todavía no han cedido a la tromba invasora de las redes de mil serpientes
los músculos no han flaqueado bajo la nieve
y las cosas observadas no se han esclarecido
por capricho de las hojas vírgenes
debajo de las mordazas que las conservan intactas
porque ya de lo alto de las plantas desnudas sobre el regreso de las águilas
han tragado las llantas de hierro
desgarrador y desgarrado
siempre muy unido a la mirada
jabato de las panoplias lapidarias
alargando el lecho del rio rescatado de piedra en piedra
una hoja de hierba para perseguir
tu cuerpo y la noche forman la cadena
la noche trajo el puente por el que me juntaba contigo
sin amor en las manos
sin defecto bajo la corteza
ni primavera alrededor de las cinturas
la llanura palpó la carne de los muros
y muralla tras muralla persiguió el juego de los días
hacia el centro hasta los huesos
rompió la risa de madera verde
y trastornó el arma del deseo
en corro de felicidad
en el alba de herida
cayó el hogar
calló el sol
suena el clarín
el miedo estremeció al árbol
el sueño ya no puede acercarse
el amigo ya no reconoce el viento
la cabeza oscura
por los mares pastores
leñadores enemigos
desapareció cualquier huella
tronad ciudades dispares
ascended felicidades en pura disminución
desproporcionados lugares de los nidos de pesadilla
una voz rechina en los muebles
el hombre ruge
sus manos son de arena
las miradas vagan por los pajares
colchón de humo
niños de escayola
pensamientos como llamas
es el fuego que amanece sobre el mundo
y reúne por el origen de las cosas con el poder del fuego
multiplicador infinito de las energías amadas y nacientes
a flor de piel captadas en la vida de su propio fuego de recién nacido
GIRASOL DE LOS TRANSEÚNTES
permitidos todos los desplazamientos
paces concertadas
vacíos de ojos decididos
aguas minadas hasta en los reflejos de los tuétanos
adoquines que cambian de sitio las tormentas
ruidos renovados
cifras desnudas espejos giratorios
risueños debastados por la lana de su edad
despojados de terraplenes sonoros de su clase
balizas de buena voluntad a media asta
y a nuestros costados estivales
graneros de espaldas puras
marea para reunir el mundo y la risa prohibida
qué nos queda de la apática transparencia del hambre
es rica bajo los tejados
donde se acoplan las evidencias de muerte
acaso han agitado suficientemente las grietas conquistadas al vacío
la bellezas vanas de la adolescencia
y en el trayecto de lámparas coronadas
sobre la tierra firme
sorprendidas por el terror de las granadas
sobre el mar jadeante
en la maquinaria casi secreta de la noche
entre bombas y lanchas rápidas
sobre los mares adultos de paciencia
se fueron a pique las promesas de felicidad
etapa que transcurre
mano se aferra
estridente la misera nos atraviesa por completo
a través de los demás
sin perderse nunca en el camino
sin abandonar la presa a la deriva
en las dudas en las desbandadas
crezco en su centro
a la sombra de su rostro
su poderío incendiario me ilumina
sólo la veo a ella
corriendo de uno a otro
a lo largo de los caminos y están todos nuestros
en el umbral de los campos
en el cerrojo de los cofres de marineros
en los zapatos de los niños
y en sus juegos con la tierra
gritan las bisagras de callejas estrechas
en el seno de los hogares avara cosecha
esperanza moribunda leche de la granizada
vi en las muñecas de las barandillas escuálidas
al deseo de morir detenerse ante la puerta
vi al caballo parado en la cima de la montaña
la colmena de los placeres desnudos zumbaba sobre lugar no lejos del río
en todas las ventanas se apresuraban las tinieblas
aquí está el perro ocioso
la miga de las nubes ya amasada en algunos sitios
cerebro acaso acabaste de escuchar la marcha de los soldados
media noche pronto se acumula en el hueco de los puentes
como el gallo enciende su chirrido de madera
el sueño alcanza al fin unas islas
unos y otros los segadores se estremecen
entre varios pusieron sus soledades en común
pero cada uno se retiró sobre su miedo y su muerte
así aúlla en el pozo seco
el pan negro de los castigos
también trotan bajo los techos
las cabezas pesadas de los automóviles
piedra al cuello el mañana
y que nos conserva flores tersas
el oro podrido de frías auroras
ya se alza de las ruinas
el amanecer de lenguas sordas
sobre manos empapadas en sangre de panes sumisos
sin tregua alimentados por la vida cuantificada
a penas vida
a penas viva por la vida misma
sucia vida
sucia vida mezclada con la muerte

CAMBIOS RADIANTES
RAMAJES
ramajes de una hoja a otra los labios se encuentran
labios de reflejos postigos de días pequeños
postigos de rostros delgados tan delgados como único retraso de nuestros ojos
presta su aspecto cogen en ellos espuma de luz
saturados de brasa de colores mudables
están íntimamente unidos a los recorridos de los veleros
y dejan a otras miradas el cuidado de olvidar sus celosas costumbres
ausentes fluyendo las aguas retiran su sustancia frugal
detenidas en las primeras formas las pesadas figuras de las palabras
ya transcurren series en desbandada en la eclosión del movimiento
abandonan en la nada de los alientos la memoria de las partes perdidas
que las componen y trazan su escarcha de líneas
el hombre no se afianza contra natura
ni contra la ruptura de la corriente de las ciudades en seco
con aguas atronadoras y la multitud de manadas animales con sus lados oscurecidos
me gusta para recoger montones de arena en el desierto
allí donde los muros ya no tienen tejados ni toneles de canto pienso en la conciencia de las mordazas
que de hombre a hombre cambia sin encontrar límites puros en campo abierto
no existe un aire despreocupado y ligero
que construyó el énfasis de la permanencia en una llanura de remos y se graba
la renovación de la extensión espléndidamente erguida frente al océano
con un ala de más o de menos en el frontón de los posibles indultos
sin hojas sin seto en el corazón de luz brillante
que habla en voz alta
le dice a la noche tantas carreras desenfrenadas de tus brincos de loba
de aguas muertas a tus lados
tanto atractivo de ritmo común como es la profundidad de tu pupila
el débil recuerdo de una muerte que es abismo y serrín de roca
y que sin embargo se reanima en hora fijada
y se desenmaraña la espesa melena
le dice al niño ven cogido de la mano
y ya tu mano fría pierde el miedo
hay pétalos de escalas de pétalos de letras
que suben en el lomo del burro de las islas y las islas tienen alas
y los caballos se aparecen sobre flautas móviles
mares viajeros que rompen sin gritar cuidado
trama lentos osarios
conecta el sol con el vigilante de puentes deshilachados
y nadie pasa y la noche cubierta de escamas
se escapa ya golpea golpea carpintero
es domingo y no domingo en la cabeza de las colinas en marcha
indica a la luz a correr de barco en barco
tantos objetivos en camino
tanto se mira en el agua vana el trampero de los puentes hilados
que la luz se borra de la frente del camino
que de risas se envenena la jornada interrumpida
entre los dientes afilados de las lámparas
están unos valles humanos que atraviesa la voz alta
montón de piedras sobre caminos tras caminos
aún no ha alcanzado la montaña
aún no ha cazado la noche de rapiñas
que viven de albergues abandonados
incrustada en las barbas negras de los secretos senderos de cazadores
llega el día sobre nuevos coturnos empinados
y desatado el niño de las trenzas marina de la cama
golpea golpea leñador de la noches estivales
ningún ruido se ha oído en el bosque
no ha quedado voz en su ataúd de manos frías
DUDAS DESPEJADAS
abandoné la noche de las zarzas
por los tejados de frentes suaves
donde se inclina sin memoria la soleada más joven
me gustan los ojos de las muñecas antiguas
cuando se arrastran sobre la ropa de las mareas
cuando resbalan en el sueño de las chispas sobre sus riendas
los viejos ojos de centeno que siembran el otoño
mediante capas lentas
sus zuecos brillantes huyen por la noche de los arrozales
fuma fuma arruga profunda que persigue al labrador
labranza todo es labranza de colinas de corazones enterrados por el rechinar de dientes
hasta los mares triturados en arresto de azotes son nombres rápidos
las masas de cielo amontonadas en franjas de terrenos bajos
el hombre en la ventana espera o se va se aplasta en el duro sillón de mimbre
en filas de falsa felicidad las palabras que inquietan en las sienes
huye y en él mismo busca al abrigo de las noches
una llama transparente un juego repentino de postes
pizarra de la infancia espacio de un viaje
el aire móvil de un arroyo reconocido
cordones de eco para inviernos de cuero
mejillas quemadas en el fuego de ventanas sin horizonte
arden las estaciones como martillazos
la vida se escabulle a través de la aguja como el hilo
silenciosamente corriente
como rompen los guijarros bajo los tacones primaverales
cuando las aguas se juntan con las voces de los monzones
frioleros sobre la mano del fogón
aunque no se adivinó el pan en el resfriado de los túneles
los silbidos de las chimeneas repetidas
sobre el camino de tus palabras de escribanía
ancho pecho de los carruajes de carreras para llegar al trote de la vida
hablar y protestar sobre la escalera del pozo
cuando los cuerpos se agitan donde el sol se pone
cómo valdrían las medusas de cielo aplicadas contra la mejilla fría
por morenas enamoradas recortadas en el acero
y las pelirrojas penumbras de contornos conquistados a la luz
cuando el hombre no sacudía la nieve de sus noches
una enorme estampida de animales grandes y abundantes
lanzados en desorden rodeando los bosques
es el sol quien trota son los árboles quienes se frotan las cortezas contra los muros
no son sino vivos brotes de sonrisas en los orfanatos de hojas rugosas
y sutiles mohos que tiñen los rincones oscuros de las habitaciones desnudas
no existe día que no pueda borrar el verano polvoriento con su ramo de resedas
el hombre redescubierto en su ceniza miedosa
la mirada desatada del hilo oscuro recorrido durante la noche de los zorros
y la felicidad defendida con la majestuosidad de los quietos confines
de los que se iluminan los procesos diarios de la realidad de vivir
despejadas las dudas iluminadas todas las sonrisas
los días recuperados en los cálidos campos y las luchas lúcidas
y las luchas lúcidas y las consiguientes claridades producidas
EL GIGANTE DE LAS PAREDES
barandilla bajo la lluvia de las ventanas viudas de brotes
los perfiles amigos de las hojas en la bruma
mil resplandores espesan el aire encima de tu cabeza
una sola palabra como una piedra de muerto
baila bajo la mesa con jóvenes manantiales
hasta que estalla la aurora en el negro jaleo de los ojos
venganza exclama violenta la voz de la luz
y el sueño devuelve al balanceo su aliento de ceniza
las armas de los dientes
fuerza de las cascadas
la maleza que aclara al puro niño del viento
en la cresta de las olas que van a su rompimiento
un amplio capote de plumas
y no está el tiempo ya para guantes de niebla
viticultores de riesgos muertos
sobre ojos alterados por el olvido en la miga de pan del bajo bosque
vuestras largas hojas de rocío sobre la arena
pájaros con párpados demasiado abiertos
y campanas de alarma llamad alas intactas
en una lluvia de tela de tramas deshilachadas
llamad remos de fuego en un espacio de hielo
sin tener en cuenta la escarda de las magulladuras conocidas
la hija de paja y el rey transparente
extraviaron en los helechos los terrenos cultivables de sus minas
son desiertos con cuellos calientes
las quemaduras de huesos tras los astutos minutos de polvo
y las dunas con grandes bolsillos de locura que deseamos ser
llamad ventanas a las bocas de plomo
en los portales de ramas ofrecidas
y vuestras palabras de mármol horas más eternas que perecederas
como duras más que rudas vocales de las épocas estacionales
y largas soledades de inviernos resbaladizos u opacos
pasados al cuello de las columnas con sombra llena de telarañas
tal como el sueño vencido en una jornada de espejo
gira sobre sus amplios propósitos deja caer sus eslabones
acaba su vuelo inteligible por encima de las cosas ingenuas e importantes
en el metal de las angustias trascendentales
la vida está cortada en dos trozos de igual esclavitud
que no obstante antes y después se juntan y se derivan
uno solapando al otro sembrando la audacia
y completamente amarrada a la grandeza humana apreciable en tierra
son su accidental presencia y el fin inherente a su camino previsible
el fruto cosechado y el frío recuerdo aguas abajo de la caída de su ola
uno es de plantas lleva su felicidad como forro
y se erosiona al margen de la orilla callada
el otro aprieta las mandíbulas remueve la tierra
entrega al hombre su grava salvaje
extraño en todos los frentes
perdiendo en cada golpe lo que gana en paciencia
viajero indeciso y su dolor andando
la espera de las pupilas
también los puños alzados en plena revolución
ala aterciopelada raíz resquebrajada
mundo repetido en constante poder
llama humana llevada a la cara de la vida segura
y la vida repentina abriéndose paso victoria victoria
solamente cielo levantado por los brazos de este mundo impetuoso
vida en esta tierra a las órdenes de los días luminosos
un hombre se ilumina en la duda espesa de cada uno se explica
sin que la vergüenza le inmovilice en la crueldad intencional
siembra el clamor continuo en los bosques
por frentes bajos y mareas
por locos valles de cabezas magníficas
salvaje se sumerge en la felicidad cerrada con llave
nuevas carnes para despertar mediante el fuego
grita victoria en la línea de fuego de sus labios
cualquier ser encontrado en la reacción del semejante
y cada reacción fundida a la medida de la infinita morada
donde el hombre se impacienta
sólo existe aquella paz que actúa en los adoquines
PRECURSOR DE ENDRINAS
El plátano apetece al alma arrancada. Y es verdad que un tráfago de cortezas rígidas se arrastra en alguna parte por ahí. Además, el hombre, como consecuencia de los restos que rodean su turbulencia, querría desembarazarse de ellos. ¡Hacia nuevas alturas! Pero entonces, ¡Bastantes fetichistas que saludan hasta el suelo la inclinación de su vergüenza! ¡Rectificad, miradas caídas sobre la brasa larvada de las insurrecciones! Y vosotras, manos aduladas, pequeñas manos farsantes, qué importan vuestras inquietudes, el torrente ruge y los placeres en baldío escuchan en las puertas del trigo la orden de combate y el orgullo de la marcha.
Un nuevo recuerdo se levanta hasta la soberanía del mundo y algunas palabras caídas de los labios bastan para reconstruir los míticos rebaños que se hunden en la garganta de la masacre. Los deseos que se alzan limpiarán en adelante los troncos de las cabezas en busca de imposibles modos de empleo.
La charanga de los tulipanes sobre la carretilla de los andenes.
Soledad, enorme y serena soledad, a la pasión de tus múltiples mesas de resonancia dedico la amarga hoja donde se compromete el porvenir. Ahí se baña el rompedor de hielos. Donde vigila la ceniza de sol.
Ya los valles retumban con las manos juntas en la renovada amistad de las palmas. Y el río. Y el exceso de luz. Y el escaso relincho. Hablamos de la muerte.
REGRESO DE LAS LLAMAS
de una sombra dedicada al crecimiento humano
de la hiedra secreta que anuda la huella que los cordones dejan sobre el suelo
de una piedra deshabitada de una sumisión latente a ejemplo de las plantas
con flores como prueba
de una juventud que recorre la hilera de pasiones hasta el fin
de un caballo de un fusil de un refugio de espuma
y del tamaño del cielo levantado como tienda sobre el polvo inconmensurable de la matanza
del filón perseguido tarde por la noche en la huella de un canto más oscuro que la danza
habla sin parar la fidelidad del fuego
a una delgada piel de camino se oye decir espacio
es el mar alrededor de las dudas
un torrente de cacería la rueda de molino
es necesario que entre las penas haya cogido la menos visible
hombre con duros coágulos de la edad en la cabeza
y de la más lejana a la más madura entre todas
la que no puede reproducirse
no oigo la clara voz del ser lento en deshacerse de ella
cuando imita la sorda vida de la revolución indivisible
el revuelo de largas filas de hilos de hijas de la llanura
frente a la tierra negra
o cuando mana puros tizones
para la esperanza de jóvenes tamaño de gigantes
el día en que las fraternales transparencias de las puertas
acojan en el corazón de la cosas los ojos fijos en innumerables extensiones
así se confunden lucha y memoria
en el verano acumulado en la confluencia de los labios sin hogar
el grito adulto de felicidad
y bajo el ala de los nuevos días
época astuta de las efímeras
somnolencias te espío a la deriva
donde se apaga la aureola
y sobre todas las asambleas combates de calle victorias
el hombre como la hierba del país
a efectos de tempestad masiva
alumbra su moderación
por venir por regresar
campanas de fuego
MADRUGADA DE MÁRMOL
tristes llaves país de sonámbulos
cabezas para cortar ríos heridos
miradas sin violencia arrastran sus jirones desamparadas por los canales
olvidan la raíz solar que se ilumina los sentidos de las cosas sus daños de arena
muy pronto nadie nadie será valorado con el vivo dinero de gotas de lluvia
chozas de fuego en las fronteras arrugadas
abren sin aflojar los dientes de los postigos inmensas luminosidades
en las balsas de hierro del hombre de los bosques
oscuro lugar vertiginoso destino de las risas acumuladas
por millares de hojas volantes reunidas en los pechos de radas
paso a paso y muy pronto por tropas territoriales
por nubes aglutinadas y concentradas al encuentro de mareas densas
el hombre se pone en marcha
recupera la multiplicidad de su ola creciente
en la corona de los tejados pelean siempre los vientos
el ambiente nocturno es también la mejor parte de su reino
pasa un ala profana de campo
por el portal del cuerpo en el seno de su espejo
y el objetivo se repercute sobre su centro
lúcido terror hasta romper la noche
un resplandor alzad vuestras voces llenas de copas
vuestras hijas de las cascadas engarzadas de finos poderes
la luz reconoce el hueso sin asas en el tartamudeo de conchas
pulidas en la carne angulosa de las montañas
es el sol recuperado en los nombres de los peces
que señalan las muescas de oro en las épocas de alarma
una única mano permanece en su sitio quieta
indica la dirección de la genciana de las praderas
y es suficiente como esto
en tiempos cálidos o tempestad
nadie retiene al hombre lanzado sobre la pista de los espejos
que va directo a su convicción sin aplastar escombros
bramante marea alta y vuestras cicatrices de follajes otoñales
saludad muy bajo hasta el fondo de vuestras medias noches de cráteres
barcos volantes entre el deshielo y la refundición de las cosas las abejas
llenad árboles con el ruido de vuestras autocaravanas
ruedas de piedras bueyes en desbandada caracola de mármol
y tú simple hoja entre gusanos estrellas de gravilla
una última gota un gesto te saludo hoja de hierba
al sol niñita vestida de acero
VÍCTIMA DEL SILENCIO
los ojos pesados por algún baño de paisaje vislumbrado
apenas mezclado con luz cristalizada
y recortado en delgadas láminas de nubes
entre anfitriones aficionados a largas capas de viento
inicia su camino en el aire palpitante del entrechocar de ramas
cualquier vida en su cristal reconoce la más próxima
nociva por creación son todas parecidas
aquella que conserva su lámpara en el limpio paso de los grillos
aquella que corre por las épocas de los golfos
aquella que impasible se arranca las espinas
no es consciente de los jirones abandonados por el camino
la paloma no se preocupa del dolor de su conducta
aquella que el sol abisma en la voz teñida de los mares
aquella de la que el roble se burla
ni demasiado lenta ni feliz se contempla en el fuego de las minas
que las canciones pisoteadas han excavado en el corazón de las plazas
los ríos cargados de años decimos de la sombra en las manos
amargas zarzas en cabecera
ojo bajado sobre el regreso de cosas celosas
campos afligidos en plenilunio
cuerpos endurecidos por el azar de las suturas de caminos
una verdadera batalla
una fuente de placeres
un pozo sin iniciar
durante un mediodía terrestre

DÍA APRENDIZ
A Henri Matisse
suelo mojado el mar cosido al viento
ningún día se le escapa
sin cadenas
ni floración de los ropajes
cuando la juventud echa a suertes entre las nubes
ni siquiera en sueños se pierde
te vi entre la polvareda de llamaradas
loca mezclada con frentes sin maquillaje
fruto de esta arena
y el mundo tapó el embudo de su voz
la pregunta inscrita en sus ramas
que se acumula en los nudos
musgo y ceniza es el nido con garras negras
donde se pierde la delicada urna y pernocta la hora de hollín
la precoz figura
el árbol picoteado por noches autumnales
con dientes de ámbar y la huida siempre en los labios
recorrida en todos los sentidos
el sueño de caza con patas calientes
impulsa los aluviones en su órbita
el oasis tejido en la luz de los gongs
y las danzas donde el oro se infiltra por los lamentos
largas brechas del olvido hijas del desierto devueltas al viento
el sol decimos venció a las grietas
de la difícil noche con el estribillo de los demás
utiliza para coser un dedal
de un ejemplo de gramática que susurra en el cristal
manchas de tinta en los dedos
y la arena de la infancia regresa al trote de las alpargatas
se marchita en las aterciopeladas arrugas de los viñedos
titubeante se esconde entre les cortinas
desgranando el maíz seco de las estampidas
los pájaros se despojan de su ropas centenarias
sin rodeos volverá a pasar la carreta
cargada de rebeldía arrastrando en zarcillos infantiles
las aguas socorridas mediante unas cuerdas cruzadas
crecida en las cunetas con hojas muertas
tomando al asalto los espejismos con manos desnudas
unidas para la lucha
en la noche precedida por la noche de los pesos muertos
CONJUNTO DE ALARMAS
acaso existen inviernos desconocidos
que congelen las sienes cuando caen las palabras
de felicidad de la última frase comprendida
en medio del fuego entre hombres depredadores
la noche aún no ha retirado su amplio cristal
del pecho donde la vid abraza la indiferencia de la muerte
el se dió la vuelta una vez más
detrás del horizonte para ver quien le sigue
y el seguidor se volvió invisible
de tanto pedir prestada la cara de todas las cosas
y multiplicar el sonido de su tristeza
ella navega comparte los guijarros de la voz a hurtadillas
el camino indiferente del instante de tiza
nadie imaginó que fuese posible
entrad molinero de las islas errantes
los cajones están vacíos
poned guantes blancos en las manillas de las puertas
por favor decimos la zarza confía en la lluvia regular
no existe día en que no llegue la angustia
no existe viento sin vagabundo de campo
ni fusil sobre el muro que no llame a la luz
cuando la fatiga cae bajo el arbusto de la luz
que extiende la lámpara
y se aferran a las garras de los muros
los ventanales impregnados mitad de luz mitad de esperanza
ninguna sombra protestó
ninguna ceniza cayó
húmedos hocicos del sueño
acaso así nieva en una cabeza infantil la soledad melodiosa
y el sol ya no sabe llevarla de la mano
sólo los petirrojos son libertades libres
cuchillos en primera línea
humaredas al viento
hormigas de arena
hasta lo necesario
de subterráneo
entre el vino y la vida
venid fresca montaña de oportunidades frías y evidentes
llevad lo que os cae bajo la mano color de espacio
hormigas de sal
silencio de astillas
conquista de crédulos suspiros
instrumentos para romper el miedo natal
caminos por los que avanzan los animales de primaveras prometidas
y gritos nuevos de ciegos que sólo ven los ríos
entre los pasos apresurados aún hay hierba que se extravía
un mundo de silencio de huída
sin preocuparse por los cabellos de las mujeres
ni por casas en su sitio
ni por asesinatos en marcha
tras las zonas de rocío
ATALAYA
cómo cambiar la felicidad y el nacimiento
cómo extraer de los muertos comunes la ayuda sonora
de la caída de las abundancias
de los hierros rápidos de nuestros talones caen gestos y muertos
y la muerte nos reconoce
en las palabras que se sientan a la mesa desde la felicidad de su nacimiento
insertadas de cabezas y pechos
entre los juegos robados a las crueldades de los escaparates
y de los mares donde los niños arrojan el plomo de las nostalgias
miserables harapos de ferias jaurías de sangre
despojados de palabras todo lo que recogemos
la voz última de la época
en los huesos del camino perdido
todos los días regresados después de las nieves
las venas ácidas de paredes y hambres
en medio se reúne la orilla
desolación tras la muerte
esplendores de banco de trabajo
arrancan la carne a trizas
que vende en el corazón
imposible de erradicar
el ojo se atrofia
rayos de hielo
cavan límites
alrededor de los núcleos
en los cursos de músicos
en la noche de los colores
en hornos sedentarios
sobre páramos químicos
en la guarida de las piedras de molino
la sequía de las ciudades
por bandas y valles
orden del fuego
surgid miserias de los cuerpos
en raíces maduras
maldecid sus sonrisas
las hojas divertidas pasan en el viento de chatarra
y su camino se golpea contra los acantilados de la mirada
nada ha sacudido los andamiajes del hombre
listo para desplomarse listo para que el barro se junte con la luz
vinculado por parentescos de recuerdos en el banco de la estrella
ni belleza ni fealdad como la infancia y la piedra
desbordan sobre la vida del agua no conquistaron los encantos fugaces
parcelas de risa derretidas bajo la lluvia
moldead aplastadlas
que el hombre se acuerde de ello
huyeron los orígenes
ARENAS
desgranar los ojos de los días
o perseguir el engaño de las ciudades
es siempre la duda la trampa
lo mismo vale matar moscas
y los collares de los manantiales
colocan en el cuello de la plañidera
la resina del sol
es el pájaro que emprende su vuelo
en la luz de la soledad
también es lo que decimos
en la pendiente del mundo
no es nada es todo el mundo
la aldea de piel de animal
bajo el ángulo materno de las cosas
la montaña enganchada en los colgantes del vestido
del amor por el camino
y por la orilla
vivir vivir en brazos llenos de luz
sin preocuparse por la vida
hijos de la realidad
tú que no te preocupas por ninguna vida
ni tampoco permaneces
y si demasiado ardor yunque
de sol pegado a la pared
incómodo
pierde el sentido del ritmo
el hombre se convierte en aventura
el árbol rompe la playa amarga
llora o ríe
y permanece
no es nada es todo el mundo
brazo arriba brazo abajo
es el viento en la casa
es un hombre que se acuerda
es el fuego que toma su origen
en la luz de la soledad
TIERRA DE DÍA
cuando la mañana zarandeando la mentira del prado
encuentra ya la amistad ya la vida en su camino de regreso
se inclina sobre los puertos que soportan el peso de los países
candados y cascabeles en bandolera
en el nido de lluvias acurrucadas
entre los plumones de los animales sin conocimiento
en la congelación de las cascadas por gradas de inmortalidades
en el umbral de las pupilas surgidas de los sueños de correas
en los lechos de los ríos arrancados de sus bisagras
en desorden a lo largo de lenguas de fuego donde el viento se tensa
como un comienzo de olas
en la repentina incandescencia de la otra cara de las batallas
la carrera de los hombres de alegría joven se separa de las piedras
bajo el choque de los remolinos y los bastones del tiempo
orgullo trémulo de las gotitas sobre la hoja
el día alzado entre los cuernos del antílope
amplio y completo como un sol que vive en tierra
entre los animales y el sueño de los hombres
nada más que los hombres ya sus manos el ácido
despertar en las cuatro esquinas de la angustia resonante
mediante extraños saltos en cálculo mental de crines
el bosque penetrado por pupilas que lo miran
camina hacia el frenesí y la ira
en las muletas de la risa
taller de la melancolía
reír completamente la risa primaveral de las primaveras
y sobre las tumbas que caen ruedan orillas y ribereños
es muy estúpido
rápido muelle de olvido
y los insectos y los fuselajes de los timoneles
en cada tronera con ramas
un barco se balancea y se ve morir el mar
por la noche camino que canta se pega la sangre de los labios de los senderos
así acaba entonces la ceniza de las alas
por acumularse en el corazón fresco de los viejos sufrimientos
y la noche sorprendida sobre una pata de araña
atornilla la tierra hasta los huesos
un único grito prolongado y se comprende el largo día siguiente
quien sube cárceles en ruinas desciende los rápidos
como un hombre inmerso en el nacimiento de su rebeldía
se levanta alzado por sus propias manos frente al sol de los niños
donde tiembla el futuro por verse pisotear
y se esconde el nuevo poder de los ibis
regresad al centro de nuestras ciudades solidificadas
bosques unidos entre sí por lo descarnado de nuestras límpidas memorias
pasó de la hierba adentro de nuestras corrientes profundas
y sobre los adoquines que pulieron las lentas esperanzas
el oro brota de los frutos mientras va el cántaro al agua
cuando se pone en marcha la serie indomable de cambios masivos
y vencen las cadencias de las palabras en fila de a uno
que los pájaros llenan de alegría redescubierta en los pasos cristalinos de los primeros
el mundo que otra vez se sostiene en la palma de la mano
EN LINEA
Noche comprada por incertidumbre de velas para saberlo, llena de montañas sarnosas, abriéndose paso mediante enjambres de yeso en los suaves alrededores de los caminos, buena para aquellos a quienes el día maltrata el triste aspecto de sus vidas de farolas, para aquellos cuya fuerza se precipita sobre los discos de una rueda como una infinita dureza de sentimiento, de dolor en la cadena, de muda llorosa (¿acaso la era de las jaulas no imprimió el balanceo de cabezas como el de las ovejas a los osos polares vestidos con el pan de las intemperies?) noche que se alimenta de la miseria de los mulos agotados por la invisible savia que desciende las laderas de los músculos, hace ya demasiado tiempo me dejé engañar por tu torpeza pantanosa y la piel de tu codo acabó por confundir el roce desgastado de mi memoria contra el antiguo fósforo.
Tu acción irritante sólo incide en los pechos cantores debido a la trampa que rodea al día. Ante lo miserable eres la bienvenida en la entrada y en los mendaces graneros. Y esto no acabó con la confusión que siembras. Noche devuelta a las injustas proporciones del topo, deseo rechazar la ayuda mágica de tus sillas eléctricas. Acaso se trata de la muerte, héte aquí serena celestina dispuesta a impartir la justicia de los pábilos. Ayudas al perezoso a apagar la constante lluvia de su sotobosque de cuna. Invitas a lo incierto a retroceder a la infancia de su oscuridad sobre sus pesadas patas delanteras. ¿Qué promesas no hiciste a los amantes de grasas carnales, a los cobardes despropósitos de ranas, a los absurdos óseos de grillos de arena seca?. Unida a los ladridos de todo tipo de bosques, mordisqueando en el lugar de las sustituciones de cielo los campos subalternos, sigues al halcón en su trayecto aprendido. Y cuando el viajero toma prestado el sendero atribuido a su error ejemplar, te incorporas a los ecos malvados, cargando su miedo con todo el peso de la fe en tu poder corrosivo. Héte aquí instalada para siempre. Y la mochila a la espalda atrae estrellas burlonas.
Entonces te odio y las máscaras te destruyen.
Voy a las próximas heridas en la mesa, a las felicidades de las luchas abiertas donde se representa ya la claridad inalterada de los postigos.
EN EL CAMINO DE LAS ESTRELLAS DE MAR
A Federico García Lorca
qué viento sopla sobre la soledad del mundo
para que yo me acuerde de los seres queridos
frágiles desolaciones aspiradas por la muerte
más allá de las grandes persecuciones del tiempo
la tormenta se deleitaba ante su final más cercano
que la arena no suavizaba su dura cadera
y sobre las montañas de bolsillo ígneos
vaciaban con golpes certeros su luz de presa
pálida y breve como un amigo que se extingue
cuyo contorno nadie puede ya expresar con palabras
y ninguna llamada al horizonte tiene tiempo de rescatar
su forma sólo cuantificable con su desaparición
y así de un relámpago a otro
el animal siempre tiende su grupa marga
durante siglos enemigos
a través de campos algunos de exhibición otros de avaricia
y en su ruptura se perfila el recuerdo
como madera que crepita como muestra de presencia
y de dispar necesidad
también existen los frutos
y no me olvido de los trigos
y el sudor que los hizo crecer sube hasta la garganta
sin embargo conocemos el precio del dolor
las alas del olvido y las perforaciones infinitas
en la flor de la vida
palabras que no pueden captar unos hechos
apenas usarlos para reír
el caballo de la noche galopó de los árboles al mar
y reunió las riendas de mil oscuridades benéficas
se arrastró por los setos
donde pechos de hombres detenían el asalto
con todos las protestas colgadas a sus costados
entre inmensos rugidos que se agarraban
huyendo por completo de la fuerza del agua
inconmensurables se sucedían mínimas quejas
no podían ser tragadas y flotaban en la soledad invencible
por donde atravesaban los túneles
los bosques los rebaños de ciudades los mares enjaezados
un sólo hombre en el aliento de múltiples países
reunidos en cascada y deslizándose sobre una ola lisa
de fuego desconocido que a veces se instaura por la noche
por la pérdida de aquellos a quienes congrega el sueño
en su profundo recuerdo
pero no hablemos más de aquellos que estuvieron unidos
a la frágiles ramas con los malos humores de la naturaleza
o incluso de aquellos que sufren los duros golpes
que aguanta la nuca y sobre la alfombra de sus cuerpos
cuando las aves no picotean las semillas del sol
suenan las botas recias de los conquistadores
salieron de mi memoria
los pájaros buscan otras tareas primaverales
en sus cálculos de privilegios
de encantadoras bandadas enloquecidas
con el viento a sus talones
que el desierto les tenga en cuenta
al diablo las sutiles advertencias
diversiones amapolas y compañía
el frío rasca
el miedo asciende
el árbol seco
el hombre gandulea
los postigos golpean
el miedo asciende
ninguna palabra es bastante tierna
para rescatar al niño de los caminos
que se pierde dentro de la cabeza
de un hombre a final de temporada
mira la bóveda
y mira el abismo
herméticos muros
en la garganta humo
el techo se hunde
y el famoso animal sostenido
por el cuidado de los músculos y torcido ante el espasmo
de la fuga vertiginosa del rayo de roca en roca
se desencadena en el ansia de felicidad
el amanecer rehace su mundo
a la medida de su yugo
pirata de los mares
te inclinas a la esperanza
y te levantas y cada vez que saludas al mar ebrio a tus pies
sobre el camino de las estrellas de mar
depositadas en columnas de incertidumbre
te inclinas te levantas
saludos agitados por grupos
y sin embargo es preciso que camines sobre el montón
incluso evitando lo más hermoso es preciso sin embargo que camines
que te inclines
sobre el camino de las estrellas de mar
mis hermanos aúllan de dolor en el otro extremo
es preciso cogerlas intactas
son las manos del mar
que se las ofrece a los hombres por nada
gloriosa ruta sobre el camino de las estrellas de mar
“alcachofas alcachofas” es mi hermoso Madrid
con los ojos de estaño con la voz afrutada
que esta abierto a todos los vientos
olas de hierro olas de fuego
estamos hablando de los esplendores del mar
es preciso cogerlas intactas
las de los brazos rotos devueltas
sobre el camino de las estrellas de mar
donde lleva ese camino lleva al dolor
los hombres caen cuando quieren ponerse en pie
los hombres cantan porque han saboreado la muerte
es preciso sin embargo caminar
camino arriba
el camino de las estrellas de mar en columnas de incertidumbre
pero nos vemos envueltos por la voz de las enredaderas
“alcachofas alcachofas” es mi hermoso Madrid de los ruines fuegos
abierto a todos los vientos
quien me reclama -muchos años- unas ortigas
es una cabeza de hijos de rey hijos de puta
es una cabeza es la ola que se rompe
es no obstante sobre el camino de las estrellas de mar
donde las manos están abiertas
no hablan de la belleza del esplendor
sino de los reflejos de los minúsculos cielos
y los imperceptibles parapadeos de ojos a su alrededor
olas rotas
piratas de los mares
pero es Madrid abierto a todos los vientos
quien martillea la palabra en mi cabeza
“alcachofas alcachofas”
toldos de gritos tensos
ábrete infinito corazón
para que penetre el camino de las estrellas
en tu vida innumerable como la arena
y la felicidad de los mares
que contenga el sol
en el pecho donde brilla el hombre del mañana
ha plantado la señal adelantada de la vida
tal como debe vivirse
el vuelo libremente escogido por el pájaro hasta la muerte
y hasta el final de las piedras y las épocas
los ojos clavados en la única verdad del mundo
de la que centellea la luz cepillando a ras del suelo

SURES ALCANZADOS
PIES DESCALZOS
qué conciencia es esta
que surge de hombre a hombre
extiende la luz
de las velas donde se inflan
los instantes inestables de los sueños
en el aire de los farolillos
un tejado de dientes apretados
danza sobre tu cabeza
caminas sobre cerraduras
y en flores de lana
encuentras las mallas
de la tierra batida
pero no se abre una puerta
ninguna lámpara merodea
por las salinas movedizas
que las lobas nocturnas
acosan con sus exigencias
al cruzar los puentes
murieron los puertos
la noche bebió
hasta el poso de los recuerdos
nadie pasa por allí
de ceniza infinita
conocemos las miradas
cuento con los dedos
la hermosura de tus pestañas
las palmas de tus tormentas
las sienes de agua fresca
dispuestas en mi mano
cuando la sombra descubrió
la desnudez de tu voz
dentro de las chozas
cubiertas de escamas
senderos de soledad
soledad de la reja
hocico frío donde los cuentos
se encadenaban con el oro del horizonte
empujaban los planes del hombre
al lado de giros crueles
se produjo un estremecimiento
y ante sí la certeza
pesaba la cosecha
de lodo y miseria
cordones del insomnio
ni un músculo
ni una coma
ni un insecto
sólo desastres
removiendo en la boca de los golfos
y la sal de la vivisección
en los bordes del despertador
yo cantaba mordía
que yo sepa
bordeaba mis dudas
vaciaba mis bolsillos
representaba mis años
ARRANCADO AL RIO
tan intenso es el eco de los audaces manantiales
que el cuervo sólo se mezcla con la tierra
dos veces al día es lo que desea
y la sal de vuestros campos
anchas cariátides de las mesetas
pigmenta los destinos de vuestras voces
tantas veces caídos a trozos
en las carreteras de porcelana
recursos dispares
bendiciones rápidas
deliciosas filiales
no sirves de ninguna ayuda
finges con los dedos
falsa belleza
en el recodo de los bosques
quién es éste quién es éste
mercería del dolor
entra quien quiere
martes miércoles
coge lo que puede
martes viernes
quién es éste qué es ésto
la rueda del molino
en el aire de incertidumbre
viviendo de la víctima cotidiana de los hermosos sueños hermosos
luz miserable
en el cuello corbata de ahorcados
y bamboleada por las calles
un pie en el barro de la tumba
quién es éste quién es éste
enguantado desde la raíz de los tiempos
el peso de la peana en el brazo
la loca del pueblo
grita en el río quejumbrosa
mario mario
dos veces diarias
ella viene a la trinchera
a gritar mario mario
se va
como si nunca hubiera venido
y es por eso
que se celebra el mercado
una vez al día mario
y todavía una vez más al día mario
mercado donde los mercaderes
y los vendedores a domicilio y los hortelanos
y los pescados fritos
van por la ciudad
a gritar mario mario
y el tesón al mismo nivel

SOBRE EL CAMPO
en el árbol de tus brazos
en el recinto de tu libertad
en la mirada sin remordimiento
como un defecto facial
que dejaría al descubierto
lágrimas de ventana
la resina de los espejos
donde demasiadas risas desenfrenadas
se sumergieron en el vacío
recibieron en las piedras
los cuellos de los ahogados
en la ola de conquistas
que trae el abismo
en cabeza colgante
torres destruidas
y animales fósiles
agarrados como puertas
en el polvo de los años
se desmorona el hielo
raíz o memoria
y de la infancia de cifras
ramas de vidrio
cinturas de abejas
cosidas con delgadas llamas
a la hora de salida
que conoce el nacimiento la duda repentina
no no es una pérdida de tiempo
en el hueco del dolor
conseguir el retraso
sobre la barca de las huchas
huchas del miedo
no no es el callejón de vino
ni el frontón del olvido
palomar enamorado
de viejas colmenas
que te harán perder la cabeza
en primavera cuando se restregan las ventanas
sobre la huella de los jabalíes
donde terminan los caminos
acumulado en el balcón
hollín pesado de las alas enanas
el pasado
salpicando la alegría pícara
que ofrece el burlón aspecto
se despierta bajo fuego
nadie y nadie
y en ninguna parte la parte del león
ningún orden
las ruinas
la huida
el capullo está en guardia
en el lagar de la paciencia
que las dulces miradas escurren
ante el impulso de la plañidera
noche de techos crecida bajo roca
tronante
ANTE SÍ
a veces hubo llanuras
en la vida que me recorrió
mochila a la espalda
lejanas chicas de líneas
todavía corren a lo largo de las arenas
donde se pierden los amarres
borrando la herida de las ventanas
gané la sangre de las luchas
y el agua llena aprieta la corteza
ventanas sin llamada
en la fauna de miradas
que ofrecemos al merodeador
el agua siempre se congela en la sombra
y la angustia suaviza sus bordes
melena de maíz
bajo la redonda plenitud
del silencio para madurar
nada como el oro de los grillos duros
rayaduras de la infancia
bisagras donde chirría el cubilete
del espacio sin sueño
y los dados del futuro
pero son grandes casas
que se levantaron al alba
manos atadas
en el recinto del miedo
cerca de los puentes donde rezuma la colada
cavan los mares chapas bajas
espadas de vivos rápidos
y sacos en los desvanes
llenaron la angustia de los hombres
hoja a hoja
el dolor encuentra su camino
recién nacidos en los helechos
breves ancianos de corcho
nudos redondos
cabos de las tormentas
en el heno anida el lamento
del camino al barranco
cristales mortales
volquetes de informaciones
la muerte vence la lucha atornilla
el pecho de los días vacíos
ESPAÑA 1936
juventud de pasos en la ceniza
el sol descubre tu sordera matinal
cuando la serpiente se involucra para arar
en las lentas fundiciones de cristal
crestas curtidas de piel y leche
bajo la fuerza masculina de los pájaros
el grito penetró en armas invernales
llorad mujeres si el corazón os lo dicta
los marineros protegerán vuestras lágrimas
y tras las líneas de chatarra
qué es este aclarado de vino blanco
cuyo regreso sopesa la palabra fluida
grandes cuervos en la jarra del mundo
la crueldad de las trampas
que llevan unas manos nutricias
y el aire infatigable
clavado en las campanas
con los zancos de los muertos en alto
en el bullir de las lámparas
llorad mujeres si el corazón os lo dicta
los marineros protegerán vuestras debilidades
en algún lugar
hay un país enganchado al mar
es oro colgado en las tabernas de pescado
los sacos hinchados de la muerte
y las naranjas hacen estallar los atajos
las esferas de relojes
donde la risa de las mujeres es de carne
y donde se precipitan en el pozo de melenas
las noches más puras con el sol al lado
sobre el balancín de las medallas
reid mujeres si el corazón os lo dicta
los marineros juegan a quien muere gana
la tierra de este país es roja y los hombres
son de la sustancia del hierro que el viento hubiera visto
y escogido entre las hojas muertas
sellado a las alas su pasado corre por las calles
la muerte sopla por todas las grietas
las bufandas de lluvia por todas las flautas
por todas las faltas y canciones en rebaño
ascienden como la muerte en la sangre
de aquel que de noche fue identificado para siempre
después de haber confesado su soledad
llorad mujeres sobre carreteras perdidas
los marineros compartirán vuestras lágrimas
la vida brilla hacia adelante
porque caen los candados de las proas
en las estribaciones de piedra quemada y así es la vida
crispando las puertas de los dientes
muy cerca de las mismas comisuras de la muerte
que apenas yace reconociendo terrible origen
huid mujeres de nuevos sufrimientos
los marineros protegerán a vuestros recién nacidos
la vida brilla hacia adelante
su mirada combate con la estela de los bosques
cuando el mar pasa de largo de los brazos que lo rodean
como su futuro basado en el fósforo
la hierba tejida por incrustaciones suaves
su luz infantil
de raíces su lengua mezclada con los terrones de fuego
colchones colchones su dolor chilla en la ventana del río
cielo triturado completamente poblado de somnolencias amigas
tierra batida
nunca sometida
entre las multitudes antiguos entusiasmos
y las fraternidades de los mitos insatisfechos de los hombres
la hoguera de las risas de mañana
CANTO DE GUERRA CIVIL
nieves aunque nos hayamos equivocado
amontonad los entusiasmos
capitanes de niebla
en las miradas acaparadoras
de matojos y mujeres
ahogadas en sus risas
en las madrigueras de las cornamusas
las violentas capas de profundos acontecimientos
crepitad pequeñitas llamas
en las húmedas indolencias
de los efímeros señoríos
bajo el amparo de las palabras
sólo queda un salto despertad visionarios
para que la llama trepe por el parapeto de las cizañas
nieves nieves cubridnos
viento de noche viento de mediodía
piedras todavía y siempre
los cuchillos del granizo
la muerte corre deprisa es más ligera
juventud que la tierra de aquellos que llevamos en nosotros
entonces los seres queridos
llegan a mendigar el silencio
los labios de carne
pegados a los labios de las tumbas
yo escribí este poema
en la soledad de mi habitación
mientras que para aquellos a quienes lloro
la muerte es dulce en ella habitan
CARGAS
corbatas al filo del precipicio
barriendo las talas oscuras
donde aún se amontonan los hombres
del pasado alzad vuestros brazos
agitados por cormoranes
es el mar siempre quien doma
al orden sordo de la vista
cuando la angustia cercana
muerde al margen de las posible cabezas
hasta los límites de lo que vemos
jinetes antiguos
algas en el viento salino de las trenzas
es el corazón despedazado
que endulza la tempestad
químicas que beben las cumbres
y los osos solo buscan el camino
por la sombra de sus difusas
intenciones cosidas de cielo
sobre la mesa de nieve
que surten las manchas de sangre
gira gira luego en redondo
tintineos de abundantes servicios
espada dura hombre callejero
soporta la sombra de este mundo
y los instrumentos de grandes danzas en la espalda
CAMINOS EMPAPADOS
una sombra en la mejilla
no indica la dirección de los caminos
llegar desde lejos no se sabe de dónde
montado sobre el frescor del antílope
paralizado dentro del aire de una amarga rienda
excavado en el color derrotado de la tarde
un solo tejado cubrió la ciudad
no es la sed por alcanzarlo
y el ala súbita levanta
el agua de delicados acantilados
de este mundo saludas
las miradas que localizaron calas
EN EL UMBRAL
viñadores de amplias avalanchas
y vuestras colinas donde trepan los trenes
asombro de ciudadelas
que vigila la hormiga armada
cual humo al margen humano
la razón finge acompañaros
pipa entre los dientes el cielo arde
masca el tomillo de las llaves extraviadas
y huevos de duende
tapizan el camino de cizallas
sin salida con los dientes apretados
van las palabras regresan ebrias
acaso no era ésta la sombra acechante
nunca sabremos
si el más o menos hablador
en la muerte del recién nacido
se ríe rodeando la habitación
o si llora lo que piensa
cae pesado sueño de prado
no es el último
aunque el ala se agite más rápido
no llega a alejarse
de este centro donde la estrella
clava el peso de una taimada muerte
realidades evidencias
SI EXISTE PRIMAVERA
las langostas que van por los campos
tienen cristales sobre el dorso
donde el granizo repiquetea
es la llamada de los amados
en las ventanas es la vida
que diseminan los hombres buenos
tanto hielo en el corazón de fieltro
chimeneas acogedoras valses
se amontona que la ciudad en desorden se cubre
de desconocido – magnífico desconocido
te esperamos en mil casas
cada una lleva su peso
sobre la joroba del recuerdo
te deletreamos sobre las paredes
espiamos tus viejos sueños
que encontramos bajo las palabras
y tú vives inconcebible
en los maullidos de las muchedumbres
y ves en cada mano
como la tendemos a otra mano
tras cada puerta que se abre
por la mañana en el campo
la muerte que se te adhiere
la calle por la que se escapa bajo los adoquines
los pensamientos y se implanta en los brotes
y se instala en los vagones
bajo los ojos de todos bajo los ojos
RUBÍ EN LA UÑA
el vacío sopla a través de la calle
suena en las habitaciones oscuras
cualquiera que sea el significado de las cosas
cuyo frío selecciona la apariencia
el mar nos mira de frente
y en el marfil de nuestras miradas
como animales de doma
se escuchan miradas en las miradas
una tras otra en vaharadas
ternura y amistad
dije a la sombra de las ventanas
bajo el párpado del árbol
que un sueño para otros oros
tomó bajo el ala de su llama
dije por el tiempo que corre
a su pérdida a su ruina
caras tristes risas gigantes
graneros robados a los barcos
pozos gesticulantes silencios mundiales
ancianos anclados en peligro de naufragio
amantes niños futuros verdugos
madres de sangre madres en ciernes
o boscajes trémulos de pasado apresurado
siempre un lenguaje único
disperso en los flancos de las flautas
tesoros enmedio de las nubes
de estos hombres que somos
lenguaje de la soledad
a través de los países lúgubres del mundo
el mundo es lúgubre
sus prendas íntimas se ven
confidencias de catacumba
saludos de ciervas montadas con alfiler
tiendas con labios abiertos
con estructuras nevadas
extintos los zoológicos
bajo la lluvia lunas de miel
y miel del recuerdo
como bajo el peso de las ciudades
existe la misma palabra ciega
miles de voces troceadas la ocultan
a quien regresa dentro de los fragmentos
que rechazan la manada de las cosas
y ante nuestras puertas oscurecidas
se dan prisa los mares escritos
sobre el espejo de las margaritas
pasotismo de ovejas
en habitaciones muertas o vivas
sordas tribus de propósitos
que las lámparas en largas hileras
condujeron a las tumbas
es la avenida para pobres
en nuestros esqueléticos acerbos
acechando el nacimiento de voces
el devanado de la sombra
donde nadie encuentra sombra
ni ternura ni amistad
JUGAR CON FUEGO
calas calas rápeles
andamios cambalaches
como se dice penas extraviadas
descended por los campos de la mirada
sobre cada cabeza el sol
enciende la señal de la nada
los rebaños terrestres danzan
contra cualquier razonamiento
en una mesa en sus cuatro esquinas
cuatro cuatro pequeñas niñas
preparan el heno loco del futuro
eclipsan la arrogancia del mar
y el presente entre gavillas
madura en la soledad cosas
muertas o vivas locas sustancias
para cosechar al borde de las cataratas
MAÑANA DE BAHÍAS
vi hombres removidos en el color de las tierras sueltas
y el ala de su sonrisa reinar sobre el aire de los campos
las frutas traían primero el sabor de sus ojos claros
la luz suave socavando el fuego de los cuerpos
desgranaba las noches y sus amargos restos
vi beber en la fuente el pájaro sin memoria
atrapar la nueva ola llevado de mano en mano
niño alborotador de mares tristes y deslumbrantes
vi directamente en la hierba el verano de los supervivientes
de sus vértigos de rocas guiando el auge humano
y luego tanto abracé a la sombra de su sombra
la maravillosa palabra creada en libertad
tanto recuperé en las noches el viejo sueño
que de repetición en repetición
y de un dolor a otro en puro crecimiento
se acumuló tras mis pasos
una vida que lleva con correa mi vida de duro eco
descanso de nuestras huidas
arrogante cristal del amanecer
en la cima de la fidelidad
PARA QUE CONSTE
bajo la hoja mojada
amigo pájaro enguantado del futuro
acaso en las carreteras
perdí el fuego de todas las esclavitudes
cejas fruncidas por momentos
vuestras tormentas justas
trombas nocturnas
en las pezuñas de los campos
alegrad vuestras hojas
los inviernos han terminado
sus mercados de incautos
con los abalorios de las palabras
en faldas de espejos
hermosas pasajeras
faros de antaño
se alzó la luz
y ya acechan fríos
en las profundidades de la transformación
con el sabor del verano
los labios de la muerte
EN EL NACIMIENTO DE LA SOMBRA
los miedos arrancados en el oro de las lentas fraguas
cuando están enterrados
cubrieron el moho de arborescente olvido
la fuerza de las ideas dentro de los mares
ya bajo los haces de sal
se doblegan los látigos refulgentes
de regreso a la superficie terrestre
como las risas de hierro galopan sobre la espuma
cuando la asteria de los lugares
yunque desfigurado
prolonga la endeble belleza de las mujeres bajo la lluvia
más allá del silencio
las líneas punteadas de sus ecos lastimeros
iluminan el hielo
el viento enreda sus alas
para que no alcancemos a ver
donde beben las estrellas
como una amarga fe
e igual que el acebo colonizará salvajes alhambras
el invierno de tu melena
bosque intraducible con campaniles
la vida de los niños responde a la sembradora
con los múltiples abrazos de las correas
con las que el hombre se deja llevar a la singular voracidad de su noche
es preciso decir que cuando el bosque elimina las horas de musgo
despierta zarandeando a los gatitos de sus ruidos
cojeando abrid abrid
vosotros que no abrís ni al ámbar de la carretera
ni los ojos al esplendor donde se bañan
luces de neón en el umbral de olas lisiadas
formad vuestras filas de abejas y campanas
oh hijos infinitos de primaverales triunfos
que las flechas de fuego aún no han sometido
todavía encontrareis la lamparilla de salvia
entrad chillones de orillas el molino no está acostado
como el sol a los pies del dueño
detrás de las mil patas del techo escapaba con el honor
de las viejas gomas de borrar la paja de los encantos
extrayendo sangre del tiempo marfil de nuestras épocas
donde la gran rata roe terca en el candado de la tierra
FIGURA
en los collares de los campos
conté hasta el final de la tormenta
qué hacías en el cuello del día
unida para no saber más
llévanos esperanza
la amargura en el cuello del día
la casa en el centro melena lisa
las manos del jardín abiertas a la lluvia
de noche
la noche dobla su tiempo
en los ojos de la hierba
dile de dónde vienes
con el sueño en la cintura
los niños están cansados
y los caminos desiertos
los llantos llegan muy lejos
reduciendo la esperanza
FRECUENTE
corona de la ciudad la lluvia teje su hierba
no vimos ni fuente ni madera escasa ni colina
el pájaro solo
y el camino ya no sabía hasta donde la ardilla
mordisqueando en el clima seco de la viga
devanaba el hilo de su justicia
en la tiza del recuerdo sordo
y el torreón en mangas de camisa
y la carpintería con profundos refranes de avellanas
y la raíz fija de la amistad
y el camino tierno de una idea zahorí
donde ya se aventura el futuro
en una cama de tilos el pergamino del amanecer con ojos azules
TODA UNA VIDA
como luz batida como luz muerta
como el resplandor de un crimen
la ola de silencio entró en la habitación
no ladra ni piensa acaso nos toma por perros
diez años
diez años después pesan en el batiente de la puerta
un bloque de soledad congeló la memoria
diez años de calles descoloridas diez de dormitorios
donde aún tiembla el río insatisfecho de reinas perleras
diez años
nuestras infancias se vengan diez años la estrella de esclavitud
se inclina hacia el olvido acaso ya no es ya huella
del oleaje nacarado de las melenas
en el abandono de calles discretas y demasiado desiertas
diez años
amargo otoño de lámparas que duermen en el vitral
maldito secreto el almendro con corazón de vitriolo
cruzó mi noche colmada de medida humana
como un incendio que devora la cadera y el salvajismo
once años
DESPUÉS DE TODO
grandes miradas de tormenta
se posaron sobre nuestros hombros
huid canciones errores de arena
manos rápidas de seres queridos
como trenzas de otoño
verificad las cerraduras silencio tras silencio
somos también de los que esperamos
sin previo aviso los que rompen la luz del tiempo
la oscuridad fluye entre los dedos
y poco a poco una lluvia pasajera
disuelve la humedad de la noche
en la sal del futuro cascos de botellas
en la luz de las manos bebiendo en una juerga
calles desiertas orejas expertas
puertas atlánticas en la bruma calcárea de las canteras
el sueño con perfiles de brasa
pierde en el camino la espuma de los cuerpos
esperando esperando ya no quedan minutos
para deleite de las sordas pecadoras
a lo largo de los muros rodillas sangrientas
también somos de los que son temidos
tierra de transparencia conquistada en la toba de serpientes
galopando por cimas de manantiales
tanto peor para la soledad y para la noche de guardia
en talones de salvia primaveras que fuimos
el vidrio estalla cuando se levanta la veda
sonando entre los troncos donde la muerte lame sus patas
en la sombra de de broce no hay ya nada que decir excepto el olvido
AMPLIO PANORAMA
en vano la boca cosida a la tierra
en vano sellada al bloque de hielos bajo el viento
en vano la ciudad se agarra al rio de lodo
en vano la majestad de la sonrisa aparece entre el rechinar de dientes
en vano se hunden en las cosas que suceden
en vano el invierno de los lenguajes sordos
en vano los graznidos estridentes de los cuervos en pie
en vano la belleza estalla en el país de un rostro
en vano aquí la angustia debajo nosotros y nuestros hijos
en vano el relámpago tiende al diablo el oro de su aspecto
en vano nadie nos tiende la mano
en vano los muchachos toman la senda de la guerra
en vano entonces el árbol de los esplendores presentes y maduros
en vano surge en el hombre nada
oh fuentes cantarinas de razones para morir
que al amanecer parecíais puras y vacilantes
en la palma de la mañana los recuerdos son semejantes
bajo la luz masculina que agota las fuentes en vano
HORIZONTE AMBULANTE
cuando lleguen las nubes
la noche rejuvenecerá si se puede decir
se hará un suave celofán
que llevará al cielo como feto de paja
sus armas de fuego – trabajo bien hecho
la noche rejuvenecerá
y cuando la carpa de circo se queme
bajo la mirada no hablaremos más de la delicada acróbata
rejuvenecerá la noche si se puede decir
los caracoles ciegos olfateando en parejas
se fueron a sus campos para buscar tumbas muertas
abandonadas en los huesos del olvido
si se puede decir
acaso no era el orgullo de la noche lo que lleva
a los silencios del carbón a los bosques recorridos
las espuelas de espinas si se puede decir
que contra el árbol cierran los caminos
la noche rejuvenece
ampliad caminos las chimeneas de los barcos
manos en las manos las llamas están abiertas
con las que se trenza el universo de las miradas
rejuvenece la noche plantada de tizones
las palabras se tapan la cara de cenizas
cuando el sol en salto mortal deja de conocerse
en su cuerpo defendiendo
efímeros caballos he aquí vuestros caminos
como íntegros horizontes armados de nuevas zoologías
las tiernas aguas renacen con las sacudidas de los pensamientos de piedra
el circo reventando las muecas de la memoria
BÚSQUEDAS
tejer el mediodía de soledades actuales
artesanos de luz acechados en encrucijadas de uñas
no habríais acaso ya tenido en cuenta unas tierras llenas
que las cigarras se pondrían vuestra armadura de fuego
en la cumbre del deslumbramiento
más lejos más allá de ciudades azucaradas
en los domingos de su pequeñez
estas son las fibras del terror
y acaso yo tocaría el arpa
en la melena de su alejamiento
como el atleta en el centro
la luz atornillada
la muerte levanta las noches
transcurridas en renunciamientos
la noche golpeó en la maternidad de su sentido
dispuesto por capas de buitres su denso silencio
tan repentino tan intenso
como la hora de desprecio
cuya hiedra se enrosca cuando llueve
y dónde se goza la vitela del suave pensamiento
días prohibidos
uso mi memoria para encontrar el filo de vuestros cuchillos
CERCA DEL AMANECER
una tardanza de gran muralla
una mujer de pie cerca de la palabra
el abandono del arado plegado contra el pecho
del sueño hasta las pesadas botas de hayas
un brillo de cereza en el abismo
que los animales llevan en la raíz de sus miradas
y estás ahí sentado de brazos cruzados
qué importa
los perros forman la cadena
cuestionadles las profundidades de las manos llenas
más allá de las tuberías de la tierra
perros torcidos colgados en la elástica noche
tendidos en la memoria de las corrientes torpes
que atraviesan la sustancia de los encintados bosques
alrededor de las granjas sujetas en el cuero de los ataúdes a media noche
tú también fuiste de esos
perros de humos de extravagancias de la muerte
cuando ella olvida en el vuelo minutos sustanciales
animales dormidos como un montón de piedra en la resbaladiza pendiente
vuestras huidas también entre aquellas cuyo sueño nos vence
ladrad a las rápidas fosforescencias de los arrepentidos espejos
del viaje constante de las luciérnagas encerradas en el sótano de boj
existe la noche de amplios desgarros de tumbas
con hermosos dientes luchando contra alfombras de bosques
debajo de los toldos sin poder entrar por la ventana
acaso no habéis liberado estrellas de las tensas ramas
ante la llamada de la amistad
y el único chapoteo de la rana
en el repentino embudo del silencio que el agua chupa desde abajo
lo menos que podemos decir huyó el cristal de la esperanza
viento marino en la angustia de una a otra tregua
blancos son los vacíos claros
mientras que los párpados cerrados
ahogados en la noche se encargan de vigilar la muerte
así se confunden por senderos descalzos
el aire unánime de los transeúntes y la pasión que alborota a los audaces
y sin embargo como un barco solitario
pupila de una vida separada de su destino
imagen arrogante te niegas al afán del mundo
y palpitas a través de todas las puertas
donde un hombre escucha donde la queja de una mujer vela transparente
nada dice lo que se dice decimos
en las flautas quitad la roña de las ocultas infancias
y las infancias de los ríos discurrirán por días siguientes de fuego
nada nos dice
ni piensa como la hoja tierna
seguid vuestro camino
adiós a la tierra húmeda y a los frutos
que el hambre encuentra el mantel puesto
que el viajero rendido a su sueño recuerde sonriendo
farolas de ruidos de abrigos calientes
cosidos en el canto de mirlos en la boca de la luz
olores matinales al quitarse las colchas de los tejados
CRIMINALES
los ojos impregnados de una flexibilidad de paja húmeda
unos pistilos de silencio se iluminan bajo tus pasos
tu andas sobre un alambre tendido en el desierto
deslumbrante entre las pistas de los reyes
en vano el viento la muerte entre los dientes
pasó devolviendo la figura de las rocas
en la ola serena anida tu luz
donde el deseo ilumina la apariencia de las cosas
como el hambre extiende sus alas espantosas
como el árbol se estrangula en sus gritos entre puños duros
como la única preocupación de la ciudad está en manos del ciego
como la belleza solo se juzga con la felicidad del hielo
como los puentes por los que se la reconoce están hundidos
como entre todas la imágenes llega el dolor primordialmente
como el callejón sin salida de los mares conduce a tu soledad
polo de calor envuelto en la carne de tu huida
lo mismo bajo todos los aspectos perpetuamente
agua tierna de un sueño ofrecido alrededor
que calma llamando a cada brizna de hierba por su nombre
nombre de niño
tu estás moldeado en la corteza
tu hablas entre las pestañas de las hojas
eres tú quien aparece en la ventana del viento
entre cada campanada del reloj
hablo del reloj
te sirvo como peregrino
cuando el sol barre el horizonte
hablo del horizonte
y mi dolor está en cada letra
trazado como una raíz dura
que la casa amortiguada con bosques
lleva en la desnudez de su sed de mundos
es el río corto
cuya amistad nocturna es arrancada
tu cruel juventud sobre el pavimento
el primero dice
la sal del olvido
los perros con mandíbulas de estrellas bajo la mesa
una lámpara está de guardia en la lluvia
brazos colgando el silencio por siempre
el segundo dijo amigos a la vista
bajo la roca el ojo es más luminoso
que el miedo no muerde al barco
y si aún no se ha dicho nada
es porque el cronómetro del dolor
lanza con ráfagas de luz
su inocencia arrojada a la sordera de bebederos
encima de peldaños caminas y mercados de esta ciudad
ciudad- apenas pueblo
pueblo no una cabeza en el seno de la noche
desencadenando las terribles máquinas de caza
el primero es ruina
el segundo ha muerto
el segundo es la muerte
soledad cómo podría celebrarte
apostar sombra contra amor